domingo, 27 de julio de 2008

Sólo un humilde homenaje...

"No seas como los sauces, llorando a la orilla del río.
Sé como los cipreses, siempre mirando hacia adelante"
Un poco de vos...

Qué se puede decir, cuando el dolor nos abruma de una manera tan enorme que nos deja sin aliento.
Un dolor que era esperado desde hacía un tiempo, unos meses, unas semanas, unos días. Un dolor que sin embargo sobrepasó las barreras de la expectativa y la racionalidad, de lo terreno y aún lo sentimental.
Qué decir cuando no se sabe qué decir, porque los sentimientos muchas veces no pueden codificarse en palabras.
Qué decir cuando tu vida fue tan grande como tus manos, tan sabia como tus palabras y tan noble como tu propio modo de pararte frente al mundo y hacia las personas.
Tu memoria era tu más preciado tesoro. A vos acudían los pueblerinos y ciudadanos para saber sobre el pasado, desde la historia de la llegada del ferrocarril a Zavalla hasta el crimen de Bordahebere. Eras partícipe indiscutible de reportajes, documentales, notas periodísticas o simples charlas de café y de sobremesa.
Te gustaba la historia, te encantaba contar sucesos, acontecimientos, leyendas urbanas, te encantaba leer mucho. Eras sumamente disciplinado en todo lo que hacías.
A cualquier pregunta siempre respondías con una sonrisa, muchas veces cómplice.
Te encantaba el cine, sentarte horas frente a la pantalla a ver películas. Te gustaba más aún hablar de ellas, reflexionar, y hasta tenías una mini videoteca (hecho fundacional de mi posterior dvdteca).
Eras el paradigma del fanatismo canalla. Si, canalla hasta la médula, socio vitalicio, infaltable en la cancha y en las cenas que se hacían con hinchas, jugadores, gente de la comisión, y toda persona que sintiera la misma pasión. Una de tus anécdotas canallas fue cuando seguiste al equipo a Venezuela. Eras tan fan que hasta Tessandori te llamó el año pasado para hablar sobre el tema. (Yo en eso te llevé la contra pechofriera siempre).
Caballero, educado y pausado al hablar.
Tenías un millón de amigos, de todas las edades. Por tu estación de servicio pasaron todos los personajillos zavallenses habidos y por haber.
Te gustaba socializar y formar parte de diversas comisiones para aportar quizás, tu granito de arena a la comunidad: estuviste en la del Club Atlético Zavalla, en la del banco local, en la de Central, en la Cooperativa de Agua Potable también local...
Pero donde eras infaltable era en la peña de los miércoles, ¡esas sí que eran reuniones!
Te encantaba viajar, y cuando podías te escapabas con el g5, el grupo de los 5 mosqueteros.
Te gustaba ir a los carnavales de Gualeguaychú y a comer a Victoria.
Eras famoso por tu capacidad para llevar las cuentas de tu negocio mentalmente (que empecinadamente hiciste hasta hace unos pocos meses), jamás usaste el no-humano calculadora.
Trabajaste de muchísimos oficios.
Tuviste una vitalidad envidiable. Nunca te quedaste quieto un minuto.
Ya no tendremos más tu risa y tus guiños cómicos y cómplices.
Lo más importante de la vida son las cosas simples, su recuerdo, como decía Sábato. Esas cosas simples que no sólo rondarán esta manzana en la que fuiste feliz y triste, sino nuestros corazones, el de los que te adorábamos y admirábamos.
Naciste en una casa humilde hace poco más de 91 años, y con fuerza y alegría viviste cada minuto de tu vida. Disfrutaste hasta el final de tus 3 hijos y tus 8 nietos.
Nunca bajaste los brazos, y eso, junto con tu nobleza y alegría son el mejor regalo que nos dejaste a todos.
Voy a extrañar nuestras charlas sobre cine y sobre la vida.
Me encantaba sentarme en tu falda, y lo hice hasta hace poco.
Me pediste que me case pronto y sabés que voy a cumplir con eso.
Esa cosa de cumplir con las promesas, la aprendí de vos...
Te quiero mucho abuelo Danilo.



María Eugenia

miércoles, 23 de julio de 2008

No-Humanos, Homo Cyberneticus, Ciberespacio, Berguer y Terminator...se va la ¿cuarta ya?

Este posteo es quizás un poco consecuencia del posteo “obligatorio” que había q realizar para Digicom, en el cual abordé (bien desde el borde) el tema de la prolongación de nuestro cuerpo, dando el ejemplo de los cyborgs de la saga de “Terminator”. Ya a esta altura me lo estoy empezando a tomar en serio, al punto en que está empezando a interesarme para la tesis, aunque cualquiera que lea y esto y me conozca pensará con seguridad: “esta ya me cansó con el tema de la tesis, que el film noir, que el neorrealismo, que el cine bélico, que el slasher, que Woody Allen…ahora también Terminator???”. Y bueno, el camino a la tesis es un camino largo y algo sinuoso…así que uno puede llegar a terminar en el lugar menos pensado.
Volviendo a lo anterior (tengo una facilidad para irme por las ramas que me asombra… ¿será la influencia de algunos profesores del Seminario?) al tema de los cyborgs, encontré hace un tiempo en la página de la Revista de Observaciones Filosóficas un artículo que me interesó: “Cyberontología, posthumanismo cibernético y constitución del último hombre”, de Daniel López Salort de la Universidad Nacional de Córdoba.
No voy a desarrollar todo lo expuesto por este hombre, pero sí hablar del último estadio de la especie humana: el Homo Cyberneticus. Según López Salort, “La vida del homo cyberneticus se despliega en un doble espacio: por un lado, la realidad física de siempre, por el otro la realidad digital”. Este nuevo tipo de homo se diferencia del anterior ya que “no utiliza las máquinas fuera de sí para lograr lo que por sí mismo no alcanza: las incorpora”.
Obviamente, lo primero que asoció mi mente al leer esto fue a los prototipos creados por Sistemas Cyberdine (empresa que desarrollará posteriormente a Skynet), verdaderos exterminadores de la raza humana, robots autosuficientes que se van perfeccionando y complejizando a la par de la sociedad que les dio cabida.
En Terminator, Skynet es el sistema de máquinas civiles y de defensa completamente autónomas que desarrolla secretamente el gobierno de Estados Unidos. Lo que nadie prevee es que el sistema termina siendo demasiado inteligente y se revela contra los humanos que lo crearon. El virus que en la tercera entrega de la saga infecta a todas las computadoras del mundo es el mismo Skynet en rebelión.
Tengamos en cuenta que es sólo ficción, pero que siempre la ficción surge de algo, de alguna nota en un diario, de una charla, del pensamiento de alguien que lo imprime en papel…En el caso de Terminator, la historia dicen que surgió de un sueño que tuvo James Cameron, el director de las dos primeras partes. Aunque buscando un poco encontré que Skynet está basada en la novela de Harlan Ellison “No tengo boca y debo gritar”, en la cual una computadora toma conciencia de sí misma y decide acabar con la raza humana mediante un holocausto nuclear, rescatando únicamente a cinco personas, cuatro hombres y una mujer. Los mantendrá con vida y presos en un laberíntico bunker sólo para torturarlos como venganza contra la humanidad por haberle creado.
Hace unos días volví a ver la primera entrega, después de tanto tiempo, y rescaté un fragmento:
Cuando Kyle Reese encuentra a Sarah Connor, a quien debe proteger, y de la cual se enamora (él es 100% humano), este le explica la naturaleza de los cyborgs:
- Los cyborgs serie 600 tenían piel de goma y eran fácilmente detectables. Pero estos son nuevos, lucen humanos, con sudor, mal aliento, todo. Muy difíciles de detectar. Tuve que esperar a que te apuntara para poderlo detectar.
- Mira, no soy estúpida. Cosas como esas no son factibles todavía.
- Todavía no. Tardarán unos 40 años.
- ¿Quieres decir que es del futuro?
- Un posible futuro. Yo no sé de tecnología.
- Entonces tu eres del futuro también, ¿cierto?
- Cierto
Sarah quiere bajarse del auto pero Reese no la deja. Ella reacciona mordiéndole la mano, y éste le dice:
- Los cyborgs no sienten dolor. Yo sí. Escucha y entiende. Ese Terminator está al acecho. No hay negociación posible. No hay razonamiento posible. No siente compasión, ni arrepentimiento, ni miedo. Y no se detendrá jamás hasta que estés muerta.
- ¿Puedes tú detenerlo?
- No lo sé, con estas armas…no lo sé
Y ante el cuestionamiento de Sarah, que trata de entender por qué a ella, por qué la guerra Reese contesta:
- Hubo una guerra nuclear…dentro de unos años. Todo esto, todo este lugar, todo, desaparece, sencillamente desaparece. Hubo sobrevivientes, aquí, allá. Nadie sabía ni quien la había iniciado. Fueron las máquinas. Computadoras de la red de defensa. Nuevas, poderosas, conectadas a todo y encargadas de gestionarlo todo. La red desarrolló autonomía, un nuevo orden de inteligencia.
Reese le dice esto mientras intenta “cajanegrizar” el arranque del auto en el que están.
Los terminators deben infiltrarse entre nosotros...
Esta primera parte se da cita diegética y realmente en 1984, o sea que aún no pasaron 40 años, muy lejos no estamos…pero, aún así, muchas de las cosas que en ese mismo año parecían remotas, imposibles, actualmente no lo son…es más, son algo cotidiano.


Se nota que esta peli tiene ya 24 años (somos igual de antiguas)...sino miren la cara de Arnold cuando se mira al espejo...hay modernas hibridaciones que al menos son positivas, la del maquillaje es una.

Me vuelvo a acordar de la frase de
Pablo Capanna, “Alguien pone una idea en circulación y luego ésta se materializa en tecnología”, y empiezo a pensar que la realidad, hasta ahora siempre termina superando a la ficción.
Todo este tema de las conexiones al cuerpo me hacen pensar en que de a poco fuimos incorporando objetos a nuestro organismo, pero ellos no estaban adosados a éste, sino que eran externos. Pero desde el celular a esta parte, los nuevos artefactos vienen cada vez más formulados para que su uso último sea el de estar pegados al cuerpo. Pensemos en un par de ejemplos: el celular, se llama así porque sería como una célula, una parte integrante de nosotros, el ipod, es tan chiquito que uno lo puede llevar todo el día con uno sin darse cuenta, los auriculares diminutos o la cucaracha esa que viene con el celu para hablar naturalmente, sin llevar el artefacto a la oreja, etc. Además, necesitamos estar cerca de los medios tecnológicos, sino nos desesperamos, es como si no pudiéramos respirar. En cuanto a esto último,
McLuhan daba el ejemplo del televisor (él lo llamaba el gigante dormido) que queda prendido aunque uno esté haciendo otra cosa.
Estos objetos nos pueden, nos terminan manejando, como si supieran cómo generarnos su dependencia de ellos.
“Los objetos de esas ciudades nos habitan, nos miran, nos relacionan, nos determinan. No es la vida la que se ha codificado sino nosotros mismos, nuevos ciudadanos de las redes conectivas informacionales”.
El sábado último leí en la
Revista Ñ una nota de John Berger en la que habla de “los nuevos muros de la prisión global”. Me gustó lo que plantea, y como es costumbre, mientras lo leía me fugué para otro lado, pero igual me día cuenta que parte de lo que dice se relaciona con lo que yo quiero decir.
En la mitad de la
nota nombra una palabra que he estado escuchando mucho últimamente: ciberespacio. Dice: “El sistema carcelario opera gracias al ciberespacio. El ciberespacio otorga al mercado una velocidad de intercambio que es casi instantánea, y que es utilizada en todo el mundo de día y de noche para negociar. Con esta velocidad, con esta rapidez, la tiranía del mercado adquiere su licencia extraterritorial. Dicha velocidad tiene un efecto patológico en sus usuarios: los anestesia. En esa velocidad no hay lugar para el dolor (…) La condición humana queda pues eliminada, excluida de quienes operan el sistema (…) Antes los tiranos eran crueles e inaccesibles, pero eran vecinos que estaban sujetos al dolor. Ya no es así y a largo plazo ésa será la falla fatal del sistema”.
Esta interesante nota a Berger me hizo pensar en el ciberespacio, en el Homo ciberneticus y en la película de Cameron. Será que la velocidad extrema, la instantaneidad, la falta de necesidad de humanidad para relacionarnos nos está convirtiendo lentamente en ciborgs…en bodynets. Será como plantea López Salort, “El yo cibernético es impersonal y acrítico. Sólo hay un ahí que fluye (…) De hecho se socavan anteriores conceptos y situaciones tales como pertenencias de nación, o tradición a lo Gadamer: todo se fagocita una vez y otra. Las relaciones no son humanas, son sintéticas.”
Lo que intento hacer es poder entender, al menos en parte, las formas de subjetivación resultantes de estos procesos recientes de la “era eléctrica”. Siempre fui muy pesimista y renegué de las nuevas tecnología; quizás por esa razón le de tantas vueltas al asunto…para intentar entender y en el fondo comenzar a ver las cosas menos apocalípticamente. Siempre termino mis posteos con esta reflexión, y siempre los vuelvo a empezar de la manera más negativa posible. Es que no es fácil saber que hay almohadas que podrían combatir el ronquido y el insomnio, o temer que algún día se invente el aparato para borrar recuerdos que utilizan Clementine y Joel en “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, o una computadora que adivine los sentimientos. ¿Será por eso que nunca me gustaron las películas de ciencia ficción al estilo
Star Wars o Star Trek? Había en ellas demasiada artillería tecnológica, eran frías, y aburridas…pero ¿por qué en cambio me fascinó Terminator desde la primera vez que la ví? Es oscura, pesimista y denuncia una sociedad del futuro que ahora ya vemos como actual. Casi todo lo que esta saga adelantó fue ocurriendo. Dejemos de lado a Swarzenegger y su “menos gracia que una licuadora”, dejemos de la lado una cuarta parte por venir casi innecesaria (antes de opinar quiero verla), dejemos de lado la inverosimilitud de viajar en el tiempo al pasado…pero sí tomemos como punto de partida para reflexionar el mensaje que en las tres parte de la entrega se deja: ¿Qué pasaría si las máquinas que el hombre creó para su ayuda, mayor facilidad y defensa, se vuelven tan autónomas que ya no necesitan más de él, al punto de querer eliminarlo?


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Para finalizar, y un poco concluir con mi visión de las cosas, quiero citar la última parte de la nota en la que Berguer deja plasmada su visión acerca cómo sobrevivir en un mundo en que somos prisioneros, prisioneros de tiranos extraterritoriales que operan en el ciberespacio, como Skynet y sus terminators…
Según él, su sugerencia “no es táctica sino estratégica”:
El hecho de que los tiranos del mundo sean extraterritoriales explica el alcance de su poder de vigilancia aunque también señala su debilidad futura. Operan en el ciberespacio y moran en condominios cerrados. No tienen ningún conocimiento de la tierra que los rodea. Más aún, desprecian ese conocimiento por superficial y sin profundidad. Sólo cuentan los recursos extraídos. No saben escuchar a la tierra. En la superficie son ciegos. A nivel local están perdidos.

Para los compañeros de prisión es justo al revés. Las celdas tienen paredes que se tocan a lo largo y a lo ancho del mundo. Los gestos eficaces de resistencia sostenida están integrados a lo local, cercano y lejano. La resistencia interior, escuchar a la tierra. La libertad está siendo lentamente encontrada no afuera sino en las profundidades de la prisión.

No sólo reconocí inmediatamente tu voz, hablando desde tu departamento de la Via Paolo Sarpi, también pude adivinar, a través de tu voz, cómo te sentías. Percibí tu exasperación o, más bien, una resistencia exasperada, unida –y eso es algo tan típico en vos – a los pasos presurosos de nuestra próxima esperanza.

Aportando un poco más a la causa, quiero recomendar filmes con elementos impresionistas y humanistas, que muestran la inmensidad de lo humano por sobre todas las cosas: “Mi vida sin mí” y “La vida secreta de las palabras” (ambas de Isabel Coixet), “Perdidos en Tokio” (de la Coppola), “Eterno resplando de una mente sin recuerdos” de Michel Gondry, “Good Bye Lenin!”, y “Hable con Ella” de Pedrito Almodovar, entre otras.
Ese resto de humanidad que nos queda…no lo perdamos…

GGss

lunes, 21 de julio de 2008

El fruto nunca cae muy lejos de la planta...

Odia los celulares, en su empresa prefiere la relación face-to-face con clientes y demás, le gustaba guardar diapositivas, los fines de semana escucha su música en su very-antique tocadiscos, es filatelista desde hace más de cincuenta años e indaga casi todos los domingos en la feria retro por más y más estampillas antiguas, le encanta la cajanegrización pero de no-humanos más bien antiguos, al igual que la hija, ansió alguna vez con ser arqueólogo y con vivir en otras época, quizás para comprender muchas locuras resultantes de la era actual.
Él es Luciano, apocalíptico hasta la médula, resignado pero casi contento de tener que hibridarse actualmente con el aparato más revolucionario de los últimos tiempos: la PC. Una tarea que no fue nada fácil… Después de una negación que duró años (y por la que culpaba a la gente que no le dedicaba tiempo para sentarse con él a explicarle), y de un paso trunco por un curso de computación para principiantes que abandonó al mes, y después de repetir y repetir que quería intentar entender qué es lo que hay de raro en esa cosa cuadrada, que conecta a cada ser humano con la humanidad, que divierte a algunos, satura a otros, descoloca a muchos y vuelve locos a varios, por fin una tarde se sentó frente a ella, y quizás puso la misma cara que un turista que ve por primera vez la inmensidad de la Torre Eiffel (mirando desde la base hacia arriba).
La primera impresión para las hijas fue: lo perdimos, igual que cuando se sentó por primera vez ante la Family Game y nunca más nos dejó jugar, o como cuando a una amiga le pusieron banda ancha, o cuando me regalaron los capítulos de Friends, o la trilogía del Padrino… Pero no, el encuentro tuvo otra intensidad, más leve, más cotidiana tal vez, ya que Luci se ha estado hibridando de a poco, se ha tomado su tiempo el hombre, ya no es como en los 90…está más rodeado (según él, más acorralado).
En resumen, se pasa cada tardecita o noche después de la cena enfrente de la Señora Pc, tratando de ganarle al solitario Mahjongg, sintiendo que, en el fondo, un no-humano (de los más posmodernos) lo puede. Por ahora sólo es el solitario, una especie de iniciación en el rito computatoriano, pero más adelante, quien dice, sea la utilización de alguna de las tantísimas funciones de este organismo tecnológico. Por algo se empieza…de última, y por poner un ejemplo, un cinéfilo no empieza su vida en el séptimo arte por 8 ½, Gritos y susurros o Metrópolis…
Papá me había iniciado en el apocalipsis más radical, él había sido mi principal mentor en esto del odio a los “juguetes tecnológicos”, como diría Ray Bradbury. El tiempo lo fue hibridando, él fue deviniendo un poquito más integrado, y yo quizás esté siguiendo el mismo camino.
El cine, lo tano, la arqueología, el amor por pintar al óleo, el vino tinto, 007, el humor de Mafalda, la claustrofobia, el río y el mar, la pesca…el apocalipsis entre integrado y gataflorista…
Y a él también le gusta “Terminator”… ¿casualidad o causalidad?




Luci y la primera Mrs. Pc que llegó a nuestro hogar...hoy ya convertida en una pieza de la tercera edad, especializada en principiantes: los progenitores.

GGss

lunes, 7 de julio de 2008

La Kara de piedra...(cortesía de mi amiga Leti)

Así cualquiera....

GGss




No les da un poquito de bronca???

Proyecto: Cine + Devenir

"Annie Hall"
Woody Allen
1977

Estoy intentando empezar a escribir este comentario, pero me está pasando lo que le pasa al personaje de Isaac en Manhattan: no sabe cómo empezar a describir la historia.
Annie Hall es quizás la película más personal de Woody Allen, aquella en la que se mira así mismo, a sus fobias, a su propia vida de neoyorquino neurótico, y a su infancia en Brooklyn. No sólo es una comedia divertida e inteligente, sino una historia que constantemente invita y desafía al espectador a introducirse en ella.
Annie Hall es la historia de la relación amorosa a través de los años de Alvy Singer (Woody Allen) y Annie Hall (Diane Keaton). Luego de peleas y reconciliaciones, ambos se dan cuenta de que no son el uno para el otro y deciden separarse, para tiempo después volver a reencontrarse en Nueva York…como amigos. Alvy decide entonces escribir una obra de teatro sobre lo que fue su relación con Annie, sólo que en esta ella se queda con él.
Técnicamente Woody logra el acercamiento al espectador rompiendo la “cuarta pared”, al salirse del diálogo diegético y hablarle al público (de hecho la película empieza con un monólogo del personaje de Allen). Además, otra perlita narrativa se da en la escena en que Alvy, Annie y Rob visitan la infancia del primero, así como al comienzo del film cuando éste cuenta cómo fueron sus dias escolares, apareciendo sentado en el banco en medio de la clase.
Además de las referencias a Ingmar Bergman y Federico Fellini, Allen vuelve a homenajear a otro de sus ídolos: Groucho Marx, con citas a lo largo del film, y también a Freud. También hacen su aparición Truman Capote, (pero es casi imposible darse cuenta que es él verdaderamente) y Marshall Mcluhan, en la super recordada escena de la cola del cine.
La peli se destaca también por el excelente uso de la fotografía, a cargo de un genio como Gordon Willis (responsable de la fotografía de “El Padrino”, entre otras) en su primera colaboración con Allen. Es sublime la escena en que Annie y Alvy realizan una caminata con el mar y el atardecer como testigos.
Este film creo que es la obra más representativa del cine de Allen, poseedora de todos los elementos que hacen de sus trabajos, piezas hilarantes, inteligentes y ácidas. Hasta el disgusto de Woody por Hollywood está presente:
Annie
- No puedo creer que estemos en Beverly Hills, todo está tan limpio aquí
Alvy
- Porque guardan la basura y la convierten en programas de TV

No sé si Annie Hall sea la película indicada para empezar a ver cine Alleniano, pero sin duda es la representante más fiel de su paradigma. Es compleja pero simple, es tierna pero poderosa y provocadora. Es el reflejo de la vida y las relaciones con “humanos” que Woody Allen sabe reflejar tan bien… Por eso quizás lo ame tanto, porque su cine me ayuda para la vida, me deja con una armonía y una felicidad hacia la vida tan grande que después de ver cada una de sus obras quiero abrazar al televisor (en realidad quisiera poder abrazarlo a él y no a su telepresencia *).
Por más que sus obras parezcan una declaración de neurosis y pesimismo, siempre terminan mostrando lo que verdaderamente merece ser valorado, las cosas simples, lo que nos muestra que a pesar de todo, la vida puede ser algo bello…sólo dependerá de lo que valoremos y sepamos aprovechar de ella.
En eso Bergman y Fellini fueron sus mejores maestros...
GGss


* Buscando un link para telepresencia encontré esta página que por lo que veo a simple vista está buena