jueves, 29 de enero de 2009

"Marley & Me"

"Cuanto más conozco a la gente más quiero a mi perro"



Muchos dicen que “Marley and Me” es una película sobre un perro. Bueno, digamos que es así, que efectivamente la historia gira alrededor de un adorable labrador de 50 kilos cuyo nombre lo eligió él solito al escuchar al rey del reggae por la radio. Digamos que, además, el mismo título ya nos lo describe, ya nos dice a gritos que la película va a ser sobre un perro…de otra manera tendría que llamarse “Me and Marley”.
Muchos dicen también que como la película es sobre un perro (y juro que quiero llegar a un punto con esto) la historia alrededor es algo liviana y nada sólida, algo ligera y muy poco consistente narrativamente. Bueno digamos que también. Aunque esté basada en el libro autobiográfico con el mismo nombre, el film es de hecho el emblema de la típica comedia estadounidense que uno compra en el cine con el combo de pochoclo…una especie de cajita feliz que más de algún amigo cinéfilo desistiría de ver, se negaría a pagar diez o doce o catorce pesos la entrada en tiempos de crisis. Pero sin embargo, ¿por qué sigo escribiéndoles sobre esto? ¿por qué sigo intentando hablar de este film? Bueno, dije al comienzo que tenía un punto.
Los Grogan (Owen Wilson y Jennifer Aniston hacen una pareja pareja!) son un matrimonio feliz que luego de casarse en la fría Michigan deciden irse a vivir a la cálida Florida, más exactamente a Miami. Ambos son periodistas, ella es columnista, hace lo que ama, él sueña con ser reportero pero debe conformarse con escribir obituarios y algunas columnas semanales. Luego de hablar con su amigo Sebastian (sin acento), John decide regalarle a Jenny una mascota, un “labradoodle” que cambiará sus vidas para siempre. Eligen uno que estaba justo “en rebaja” pero que creen que él los eligió a ellos y lo llaman Marley. El nuevo integrante de la familia les hará la convivencia un tanto alocada, pero jamás aburrida, masticando desde sillones, almohadas y contestadores telefónicos hasta collares de oro, pero a la vez comenzará a ocupar un lugar tan importante en sus vidas que su presencia empezará a ser insustituible. Compañero de largas caminatas con John, pilar en el que Jenny se apoyará en sus momentos de tristeza y más tarde, el hermano mayor que los hijos de la pareja tendrán, el que los esperará cuando vuelvan de la escuela y junto al que dormirán en las frías noche de Philadelphia. El mismo que les romperá sus juguetes y hasta el muñeco de nieve, y el que siendo cachorro echaron de la primera clase de adiestramiento antes de siquiera empezar.

Así, la película va mostrando las aventuras y experiencias de la familia y Marley, en un film de dos horas de duración en el que cualquier mortal que tenga o haya tenido un perro alguna vez, no podrá evitar lagrimear y darse cuenta que, como dice John Grogan: “Un perro no se fija en autos costosos, casas de lujo o ropa de marca, él sólo necesita una varita para que se la tires y lo hagas jugar. A él no le importa si eres rico o pobre, educado o inculto, inteligente o tonto. Dale tu corazón y él te dará el tuyo”.
Todos los que tenemos perros, los que los amamos, sabemos que no importa lo que pase, cada vez que llegamos a casa después de un día duro en la facultad, en el trabajo…en la vida, ellos nos reciben con alegría, saltando y casi diciéndonos que los acariciemos, o cada vez que algo nos pasa y nos sentamos en un rincón a llorar, ellos vienen y nos hacen compañía. Están ahí siempre, en las buenas y en las malas.
Por eso quise escribir sobre este film, porque más allá de todo es una gran historia, una historia simple pero grande, una historia de la que cada uno de nosotros podemos sentirnos protagonistas. Y esa es la magia del cine, que una historia nos pueda hacer sentir bien, nos muestre una vez más que lo más importante del mundo son las cosas simples, los pequeños momentos de cada día que pasamos con las personas que queremos. Y llego una vez más a la conclusión de que tantos grandes del séptimo arte tenían razón, y me acuerdo especialmente de Billy Wilder: "Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha estacionado mal el auto, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el cine ha alcanzado su objetivo".
“Marley y Yo” logra eso y mucho más…

Les dije que tenía un punto…


GGss