lunes, 29 de noviembre de 2010

Se fue Leslie....se queda Frank

No voy a hacer el típico recordatorio a las estrellas ni mucho menos….realmente no tengo ganas.

Pero bueno, hoy amanecí con esta noticia y tenía ganas de escribir algo, todavía no sé qué, así que le haré caso a los dedos, que siempre que se encuentran con el teclado se ponen ansiosos y no pueden dejar de moverse.

Ya era grande, pero el hecho de que quizás viviera más en el recuerdo estando vivo que en la vida real hizo que uno pensara que nunca iba a pasar. Para nosotros, los de veinte o treinta y tantos, siempre será el teniente Frank Drebin. Siempre tendrá una presencia más netamente diegética. Por eso (personalmente) me pareció rara la noticia, porque creo que nunca asumí que había pasado el tiempo, nunca registré que las células de ese hombre envejecerían….como las de todos al fin.

El combo de recuerdos de la niñez no estaría completo sin la saga, probablemente con la que casi todos lo conocimos, de La Pistola Desnuda (Naked Gun), la trilogía que se realizó después de la serie de sólo 6 episodios Police Squad! que ya lo tenían en la piel de Frank. La historia en ambos casos era el retrato en tono de parodia del mundo policial estadounidense. Era la época…las locas academias abundaban en el mundo del cine.

Hablar de Naked Gun es hablar de un tiempo en que hacer humor era tan simple que hasta rozaba la tontera. Humor simple, humor puro, humor ochentoso…humor al fin. Humor hilarante, humor visceral, humor de piel más que de mente, humor de escamas más que de neuronas….humor al fin.

Humor llevado al extremo de la ridiculez, sobre-exigido, sobre-expuesto, exagerado, archi-pictórico, redundante, bobo, humor de viejo sentado cómodo en el sofá. Pero una clase de humor que como tantos exponentes del mundo del cine nos sacaron carcajadas, tsunamis de risotadas, cataratas de lágrimas producto de las escenas que tontamente retrataban simples situaciones de gente algo mayor.

Humor que habita en los recuerdos, humor ahora hecho bits que se comparten, humor en pedazos de escenas memorables, humor como pedazos de pastel (como decía Hitch del cine), humor que a partir del lenguaje de la risa (como el del abrazo), se hace universal, sin fronteras.

Sin dudas el cine DICE y mucho, transmite, expresa, representa, pero también demuestra que le cine también ríe. Por eso más que un minuto de silencio valdría la pena recordar algún pedazo de recuerdo que nos haya hecho reír. Alguna escena que valga la pena revivir….

Porque las personas se recuerdan sobretodo por la capacidad de afectarnos y producirnos cosas en ese toque de cuerpos (virtual, presencial, de cualquier manera!!!)

Para mí este hombre siempre será la risa al borde de las lágrimas de mi viejo sentado en la punta de la mesa cualquier tarde de domingo….no es poco.

GGss

martes, 16 de noviembre de 2010

La grasa de las capitales

"Un paseo con amigas mas mas que copadas y un profesor chiflado, por la ciudad autónoma de las rejas" Agus Machiavello

Aún abajo del colectivo, nuestras mentes ya estaban en esa ciudad de avenidas anchas, bares nostálgicos y rejas por doquier.

Casi sin saber bien a dónde íbamos, complicadas, confundidas, expectantes, hijas del rigor de la teoría y la práctica, nos encaminamos. Bolso en mano, no-humanos al hombro, nos empezamos a dejar llevar y afectar por todo lo que iría emergiendo.

El viaje de ida ya había empezado en composé con los que vendría los siguientes dos días. En coche cama (algunas del grupo rozan los 80 años), primera fila arriba, con ventanas al mundo exterior, salimos el soleado, calurosos y ansioso viernes. Los bizcochitos Don Satur (siempre están) salvaron el resultado de nuestra confianza en las empresas de transporte, y los canticos propios de gente casi góspel, amenizaron los kilómetros de verdes praderas y sueños de papel.

Series, grandeza de algunas hormigas, chismes, academia, derrape, política, todo era adornado por Soft Kitty, que Mazzeo se había ocupado de pegarle a la gente días antes (y en la web, se sabe, todo es estornudo).

El último tramo, cada una eligió la soledad del pensamiento y el sueño de todo tipo. Nelly Furtado, Serú Girán, Edith Piaf, Diego Torres, Corrine Bailey y demás fauna musical, ayudaron al relax neuronal. La vista hizo lo otro, con carteles que ya nos anunciaban la llegada a uno de los no-lugares más famosos del país: la Panamericana.

No es Paris/Texas….es /BuenosAires

La tristeza que se siente en la entrada a Buenos aires cuesta ponerla en palabras. Es cómo un vacío, una sensación horrible de no-pertenencia, de soledad. Tantos carteles que no dicen más que: nada.

Y Capital es una ciudad que cada vez que vas te sorprende. Creo que no podría vivir más que 5 días (extrañé los grillos), pero el hecho de estar sabiendo que no me pertenece, me hace disfrutarla, admirarla, quererla. Los aires son más que buenos en este lugar, ese “no se qué” parisino is everywhere. Cierro los ojos y vuelvo a París. Las cúpulas, las calles escondidas, el Art Noveau, los marcos, los bares en la vereda, los malvones y hiedras, la convergencia de estilos en todos los sentidos posibles, las plazoletas, las iglesias, el verde mezclado con el gris, el sol de a ratos….sentía la grata sensación de transportarme otra vez a esa ciudad.

Andar por San Telmo es tener un déjà vu constante, es caminar por Montmartre una y otra vez; es pensar en imágenes, es ver por los ojos del cine y hacer del discurso poesía de colores (me puse épica, vuelvo).

Nuestro destino era St. Nicholas, un hostel que tuvo más de hermandad que de pulcritud. Asumo que el turista promedio pasa por el mismo proceso sentimental cuando va por primera vez a un hostel: alucinación “guau, mi primera experiencia hippie”, detallismo extremo “la almohada podría ser más gorda, el colchón más mullido, el desayuno más completo, el baño más limpio, la puerta más segura, el wifi mejor, etc”, decepción posterior “qué cagada, por qué no reservé en el Faena”, negación “esto no puede ser, me quiero ir”, conformismo “e’ lo que hay”, falso consuelo “podría ser peor”, aceptación empática “y bueno, por lo menos la pasamos bien y dormimos todos juntos” (que no se malinterprete, bajo el mismo techo).

Igualmente, nada fue comparable al calvario sufrido por nuestro roomie Marcelo “bendito serás para la eternidad” De la Torre, que tuvo que conjugar sus costumbres de hombre “serio” que se levanta temprano, con la de 5 personas que no lo son ni serán never…..fue por eso que se armó una especie de baticueva abajo de la cucheta para que nadie interfiriese en su sueño ni su lectura… Insisto, una mención especial para este ser humano!

#pgutenberg

Por lo demás, todo lo que rodeó a las jornadas estuvo cargado de sentimientos encontrados de alegría y ganas de más (para una nota ampliada y detallada sobre este evento, sale el Tattler en breve). El CCGSM recibió cantidad de mentes ávidas de compartir sus trabajos, ideas, proyectos, pensamientos. Idiomas varios, estilos e intentos de llegada bastantes diferentes enriquecieron cada momento. Las intervenciones de los Interlúdicos le sumaron un enorme plus de flexibilidad a cualquier intento de estructura postural, argumental y expositiva, Sylvie Duran haría el resto casi al final de sábado, haciéndonos participar de una seudo clase de yoga (en la que lo principal era relajar “el culito”), cosa que podría haber hecho si no hubiese estado parada al lado de mi amiga Botta y su “encuentro de dobles por doquier”.

Personalmente rescato de algunas presentaciones: la capacidad del chileno Andrés Duran para decir en imágenes y silencios, lo hilarante de Rafael Cippolini y la patafísica (no es joda, se llama así), sin contar la remera del Dr. Neurus y Larguilucho que despertó la envidia en un par de presentes, y la buen onda y el “me prendo a lo que sea” de Brian Lamb.


Marche un checo en bandeja

Hubo de todo, hasta proyectos que sólo 4 personas se animaron a twittear y retwittear. Como el gadget ideado por el checo Prokop Bartoníček, un vibrador conectado a internet que arroja data estadística sobre usuarios conectados a sitios porno. Todos le temían al pobre joven alto y oscuro, un real caja de pandora caminante. Nadie decía nada, incluso Luz Pearsons esbozó “me da lástima, nadie le hace ninguna pregunta”. Cualquier duda podría dejar mal parado a cualquiera. Hubo gente que incluso dijo en voz algo alta “es simplemente un pajero”. En fin, lo que demostró es que en el siglo XXI el sexo sigue siendo más tabú que otra cosa...

Egocidio

Un par de egos por el aire, alguna que otra mala onda, la señora brasilera a la que algunos le propinaron un “cállate, cállate que me desesperas”, uno que leyó tipo amateur presenter (era tímido, en algún punto hasta lo entendí), la gente de Zemos98 cuyas propuestas fueron interesantes, lástima que no quisieron tratar de entender lo que decimos cuando hablamos de “derrape”…una pena.

También hubo tiempo para el Edupunk y para los breaks con café y masas, para extender relaciones más allá de la red y crear otras, para la risa y la reflexión, para las perlitas, la pizza, la fainá, la terraza del hostel y los pufs.

La grasa de las capitales estaba presente, en la calle, en la percepción, en las contradicciones y actitudes del zombie estándar. La grasa está, pero el desacato también. Las rejas y las palomas habitan los lugares, se hibridan, se ganan los límites y los traspasan.

De twitter a las conversaciones antes de dormir, todo fue dejando huellas, sobras de lo que vendrá a futuro, retazos de memoria que quedarán grabadas a fuego. Hay mucho que seguir pensando y sobre todo, HACIENDO.

Es difícil poner tanto en algunos párrafos. Qué más decir, volví a sentir eso que se siente en Buenos Aires, una sensación de no poder alcanzar, es como el inconsciente, siempre se corre, no podés llegar nunca a controlarlo. En Rosario todo queda más cerca… El tiempo no nos permitió el turismo, sólo algunas caminatas por Av. de Mayo, Congreso, Plaza de Mayo, el Obelisco, calle Corrientes y un small city tour con Marcelo por San Telmo y Puerto Madero.

Encontrarla tan sucia fue un bajón y tan enrejada también (hubo varios indignados en el grupo). Torres de basura por Corrientes, hibridadas con Thelma Biral y Nora Cárpena saliendo del teatro (a quienes Mazzeo se ocupó de llevar por delante), plazas cercadas hasta el hartazgo, monumentos vandalizados. Una pena, pero sería ignorante pensar que sólo ocurre acá. Lo banal se mezcla con lo sublime en todos los rincones del planeta.

El momento bizarro

Ir con Agus al baño y que encima de entrar al de hombres se quede encerrada, hecho que llevó a decirme “es mi oportunidad de cumplir el sueño de abrir puertas como los agentes del FBI en las series”. “Ponete contra la pared” le dije, sin que la pobre Machiavello entendiera lo que pasaba. El golpe sonó tan fuerte que vino una mujer policía a ver qué pasaba, quien al son de “que la femenina abandone el lugar y espere afuera”, me echó. Finalmente, el señor de mantenimiento junto con otros 3 policías pudieron rescatar a la pobre y al borde del ataque, Machia.

Moraleja: en USA todo es de madera balsa…en Argentina no!

Bonus Track:

La vuelta a casa nos regaló otro momento cinéfilo añorado: decirle al taxista: “Siga a ese auto” (íbamos en dos vehículos negros y amarillos, that’s why)….sin palabras.

¿Qué aprendí?

-que sigo amando a Canadá

-que hay que ir a Praga

-que la humildad sigue pagando mejor

-que si buscan buena pastelería, vayan a La pasta frola

-que adoro la honestidad bruta de Gise, las ganas de Vane, el humor demente de Gabi, la locura de Agus, la constancia del "rey de Twitter" Hernán, el cholulismo tierno de Anto y la desfachatez de Marcelo

-que Buenos Aires siempre te abre una puerta nueva

-que siempre hay que ir a los baños públicos de a dos

-que el bozal legal existe

-que no hay como las cosas dulces de Mackey

-que “vos lo pedís, vos lo tenés”: Anto no se quería ir sin cruzarse con un famoso, Baires le regaló a Nora y Thelma

-que el culebrón mexicano siempre está

-que en Rosario, Baires, China o la Isla de Pascua, el derrape siempre se hace presente, se cuela, se adueña……y transforma

-que de tal palo tal astilla

-que mejor un loco suelto pero en mano que cien correctos volando

-que cualquier situación cinéfila puede llevarse a cabo in real life

-que los no-humanos conquistarán el universo con las palomas y los twitts

-que lo bueno, si colectivo, es dos veces bueno!


Como Dorothy

Nos quedó en el tintero visitar Caminito, pero podemos decir que recorrimos un buen tramo del otro camino, el camino amarillo….

GGss

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mary Connor

El niño promedio nacido en los 80 seguramente en algún momento de sus tiernos años de primaria se vio afectado por la saga de James Cameron, que cuenta la historia de una máquina que viene del futuro a preservar la vida de un joven confundido y derrotista.

Casi augurando una actitud que se repetiría ad infinitum, apañada ahora por las formas tecnológicas de vida y las narrativas reinantes, empecé por el medio. El primer contacto que tuve fue con Terminator 2, allá por el 94. Todavía recuerdo el comedor de la casa de mi tío en Maximo Paz, y el grupo de primos todos sentados frente al televisor. Para los demás fue una peli más, un recuerdo de esos años...para mí en cambio, una vez fue suficiente para sentirme tocada por la historia (y empezar a enamorarme más y más del cine).

Ese ser corpulento, lleno de intervenciones sobre su cuerpo que lo hacían parecer más humano, desfasado para la época, ignorante de los sentimientos...solo. ¿Cómo no quererlo? Desde ese momento empecé a decirle “tío Arnold” (sin connotaciones hacia el actor sin gracia detrás del personaje). Lo sentía así. Añoraba tener un tío con una moto y una campera de cuero que me viniera a buscar y me salvara de una cuasi pubertad llena de preguntas. Deseaba ser parte de esa aventura, escapar, esquivar las balas, ir de bar en bar, de Route 66 en Route 66, de hospital psiquiátrico en hospital psiquiátrico, resbalarme en el ascensor y ser perseguida por un camión con nitrógeno líquido.

De repente, me ví repitiendo como boba “I’ll be back” y “Hasta la vista, baby”. En los juegos de rol era Sarah o la hermana inexistente de John. Quería curar al T 800 modelo Cyber Dyne 101 y escapar por el desierto o alguna oficina llena de papeles junto a Miles Dyson. Le temía hasta el insomnio al T 1000 con sus manos tranformadas en armas blancas (Freddy Krueger un poroto).

Ya más crecida, me acerqué al origen, a la "simple" Terminator. Arnold era otro. Malo, menos hecho mierda y menos creíble. Pero me gustó....

La historia ya había empezado, era imposible volver atrás. De ahí en más, me volví también apocalíptica, como Sarah. Pensaba que algún día llegaría el apocalipsis. Lo esperaba. Empecé a preparame para la lucha contra las máquinas. Cambié mi nombre, dejé de ser Maru, ni siquiera fui GGss. Me transformé en Mary Connor.

Los indicios de un inminente ataque ya era visibles. Los veía por doquier, a mi alrededor. Las malditas PC's estaban dominando sin asco la escena de la información, la comunicación, el conocimiento. Íbamos a perder el contacto face to face, el tacto, los gestos, las conversaciones con olor a chivo incluído. Íbamos a perder el mal aliento del que se te sienta ala lado en clase o en el colectivo, el que te tira el pelo en el boliche o te piropea en la obra en construcción. Era la muerte. ¿Qué iba a pasar con la política? Siempre tan clara, pura, honesta en el contacto, no virtual en el discurso que si te prometía era porque lo decía con el corazón...

En la facultad había muchos enviados. Humanos que Skynet había entrenado para lavarnos las mentes. Formaban una cátedra de la Carrera de Comunicación Social. Con el tiempo, fueron armando un ejército de híbridos preparados para defender la causa.

Intenté darles batalla por este medio (las contradicciones nuestras de cada día). Citaba autor tras autor, ejemplificaba con David Cronenberg, usaba a McLuhan de escudo.

Pero la lucha nunca fue lo mío. Me presentaron a un hombre en una fiesta plagada de proyectores. Alicia caía por el pozo, John Nash sufría de esquizofrenia y Bergson preguntaba por la pauta que conecta. Ahí fue cuando, entre silencios, apareció Bruno, e hice un tour por el mundo de los híbiridos, de esas asociaciones entre humanos y no humanos.

Algo en mi cabeza hizo click. Reensamblé los conceptos, pensamientos, sentimientos. Comprendí en un instante que la tontera de pensar que nos dominarán las máquinas radica en concebirlas como tales, en pensarnos a nosotros como seres neutros, desnudos. Empecé a preguntarme, como Bruno, ¿cuantas hibridaciones fueron posibles para que esté en este momento escribiendo esto? Qué sería de nuestro pensamiento sin el lápiz, la imprenta, el papel, el libro, la cámara de fotos, los rollos y rollos de celuloide, la vela, la linterna, el marcapasos, el desfibrilador, las vacunas, los aviones...y la lista infinita y jamás permanente.

Volví al despojo de la infancia, dejé de creerme superior, empecé a analizar cómo nos transformamos a partir de nuestras hibirdaciones con ellos. Nada es igual hoy de lo que será mañana, todo es nómade. Empecé a intentar pensar mi condición como convergente y no excluyente, pasional más que meramente racional. "Pienso, luego existo" decía Descartes, y me pregunto, ¿no pensamos porque antes somos-con, vivimos en asociación?

Llegaría el momento de la tesina, y elegí contar esta experiencia. Uno de los enviados de Skynet fue mi guía y tantos otros los miembros de una red con tanto ser como encanto. Llegarían Maturana, Koval, de nuevo Foucault, los nuevos híbridos de la biotecnología, la inteligencia artificial y la inteligencia como producto de nuestras interacciones e intercambios.

El gran miedo a la singularidad tecnológica seguirá presente, pero quizás ayude hacer el esfuerzo por empezar a pensarnos como partes de un proceso en continuo movimiento, las riquezas que emergen, lo que vamos siendo como seres. Negarnos a la condición de híbridos nos vuelve un pedazo de carne aburrido y opaco.

Sheldon dice que los cambios son malos, que traen lo peor ("the horror")…me gusta más pensar como Bruno Latour:

“No hay tal in-formación, sólo trans-formación”

GGss

Próximamente: Skynet for Dummies




lunes, 1 de noviembre de 2010

Let the right one in

Oskar vive en un suburbio de Estocolmo. Divide su tiempo entre la escuela y la ventana de su habitación. Se mira, trata de asimilarse, de quererse, de creerse. Practica una y otra vez la respuesta que termine con ese acto de abuso por parte de sus compañeros de curso. Oskar es un "bullied" boy.

Eli es una extraña. Llega, trata de incorporarse. No conoce y por momentos no "se" conoce. Vive entre la aceptación y el peso de ser lo que es. Eli es una vampira.

El patio nevado de esa especie de condominio es el lugar en el que cruzarán las primeras miradas. Desde el momento 0 saben que son el uno para el otro. El sabe que tiene 12, ella sabe que hace tiempo que los tiene. Ella lo mira y empieza ad-mirarlo en menos de lo que jamás hubiese creído.

El cubo rubik será el enlace, la unión, el código morse el lenguaje puertas adentro, el pacto de sangre no será necesario, este amor está (nunca mejor dicho) “más allá del bien y del mal”

Lo dos, cuerpos en penas, almas desoladas que vagan, él con una madre que no lo ve, ella con un padre que sólo sirve para traerle un par de litros de sangre. En sus vidas todo es nevado, blanco, pálido, tenue, silencioso…como connotando sus ausencias para “los otros”. Sólo existen para ellos, para ese patio helado, tan claro como las pestañas de Oskar, invisibles.

Por momentos estaba confundida, pensaba que me había equivocado y estaba viendo Elefante de Gus Van Sant. Esa cámara a veces inmóvil, sublime, esos acercamientos que no hacen más que meternos en esas llagas ardientes, en esos corazones asolados, aislados. El comienzo y el fin con la toma de la nevada en la oscuridad intenta quizás echar luz sobre estas vidas dejadas en el olvido, libradas por momentos al azar, a los azares del bosque del pensamiento y los sentimientos pre-adolescentes.

Las dudas de Eli son más que nada dudas de pubertad, de quién soy y que me pasa, de un te quiero regalado, sincero, directo, con el corazón, sin mediar razones.

Cuando Eli y Oskar se unen ni el universo ni las realidades pueden hacer nada más que mirar atónitos, experimentar ese aprendizaje mutuo, continuo; esas lecciones más de la carne, ese afecto que toca y modifica, transforma. Oskar aprende a quererse más, a confiar en sí mismo. Eli aprende lo que es ser querida, aceptada, sin titubeos tontos, irracionales, occidentales…

La música acompaña, el paisaje penetra por los poros y nos transporta, los personajes más allá de la dupla aumentan nuestra empatía, y la cámara, otra vez la cámara, esa cámara traviesa, que se anima a desobedecer, que se queda quieta y de repente salta al vacío, emociona, hace amar al cine una vez más. Reafirma la certeza de que el mejor cine es el que surge de la pasión….la misma de Oskar, la misma de Eli, la misma de los acontecimientos, la misma de la hibridación...

GGss

Ficha del film en IMDB