viernes, 31 de diciembre de 2010

New Year Resolutions...(no hace falta leerlo)

Y acá estamos, el último día del año…en mi caso sentada frente al teclado, pensando en escribir algo, consciente de que quizás por el calor, quizás por el viento, quizás porque siempre hay que buscar una excusa para todo, estoy sufriendo un bache creativo. Se ve que venía caminando, pensando en algunas historias to be y me caí.

Fue un 2010 que sería injusto no valorar. Pero uno nació para ser insatisfecho, así que como gran neurótica me siento en pleno derecho de decir que podría haber sido aunque sea, más emocionante.

No creo que a nadie le interese mucho, pero para completar la coherencia narrativa de esta cosa invertebrada que estoy escribiendo, lo tengo que poner.

Sólo un par de cosas a destacar:

  1. Pasé la prueba, no sólo sobreviví al matrimonio más de 15 días (como mi padre y mi dentista anunciaban), sino que ya llevo hasta el momento 640 días (and counting).
  2. Me convertí en Agente 007 después de presentar junto a mi amigo, tutor y guía espiritual M (de Marcelo) una tesina que tuvo más de locura que de academia. Ahora tengo licencia para comunicar...y DERRAPAR!
  3. Afiancé los lazos con los amigos de siempre, los amigos de no hace tanto, los amigos de acá y los de todas partes....incluídas las redes sociales!
  4. Materializamos parte de la locura una vez más con mi hermana gemela (como una vez nos dijo un pibe) Vanemaz con El Gabinete y el National Tattler
  5. Sumamos experiencias, amistades (“los bits se hicieron átomos” diría El Cholo Yunes, o Chino Yunus para los amigos) y anécdotas varias en la lista del Colectivo Digicom, y ¿vamos por más, no?
  6. Seguí escribiendo todo lo que se me iba pasando por la cabeza (gracia a Dio’ comparto y por la salud mental del pobre que por ahí me leer, sólo una parte)
  7. Soñé mucho….de noche y de día
  8. Me ilusioné varias veces con cosas que no fueron
  9. Adquirí más velocidad “dedil” en el teclado
  10. Empecé por fin a hacer el camino inverso, es decir, empecé a leer la saga Potter…pero leer no iría acá, el verbo adecuado sería comer.


Ahora que lo veo puesto en palabras no parece tan malo, es más, me hace sentir mejor. Pero la idea de este invertebrado, la que le da nombre al título, era la de compartir las Resoluciones para el próximo año, si Paris Hilton lo hizo why not me!

Las tres primeras conciernen a los lugares comunes del deseo o el deseo de lugares comunes...esos que nunca faltan, las siguientes pueden ser obviados, es solo demencia en estado puro...

  1. Construir un país menos hipócrita, menos dividido, menos discursivamente binario, y habitar un mundo en el que, como diría Agus Machiavello, quepan todos los mundos
  2. Intentar pensar y pensar-nos más (o hacer psicoanálisis), ser más empáticos y un poquito menos materialistas
  3. Más paz, interior y exterior, más salud, mental y física, más prosperidad (de todos los tipos) y más sexo (idem)
  4. Seguir haciendo fluir mi demorado instinto maternal hacia el niño-viejo aka Benjamin Button, Tomy
  5. Tratar de hacer algo potable con lo que escribo, y si se puede, tener un trabajo que incluya lo que se llama con todas las letras "sueldo"
  6. Terminar la historia sobre Mara Treipe y conseguir un editor, y encontrar un lugar en el que publicar las crónicas sobre lugares de Rosario
  7. Filmar o empezar a pre-producir un corto de mucho suspenso, si es posible filmado en el Parque Villarino al amanecer
  8. Ver más thrillers (aunque ya nadie haga buenos!)
  9. Acostumbrarme a los lentes nuevos
  10. Cambiar el celular (debo ser el único ser humano con un no-humano destartalado de 3 años y chirolas)
  11. Ir más al cine
  12. Aprender a hacer pororó salado como el de Paula
  13. Twittear cosas más interesantes
  14. Ser más auto-critica pero menos auto-flagelante
  15. Terminar antes de julio la saga Potter y leer a Lessig
  16. Ver todas las películas que me faltan ver
  17. Dar una clase sin ponerme nerviosa, entender a Kant y seguir recomendando a Latour hasta cansar a la gente!
  18. Empezar seriamente a ahorrar para ir a la Isla de Pascua
  19. Sobrevivir a los demonios internos, externos, personales, sociales, psicológicos, materiales, fílmicos…
  20. Prestar atención a ver si encuentro algún conejo blanco en el jardín
  21. Hibridar más potus y criticar menos a los hombres
  22. Parecerme más a Diablo Cody
  23. Ser menos cascabel y más políticamente correcta
  24. Sentirme menos culpable
  25. Reírme el doble
  26. Viajar más a VGGalvez y a barrio Bella Vista!
  27. Cocinar más (para que Cristian me diga menos “basta de comida de hospital”) y hacer algo con las dos botellas de ron cubano sin abrir
  28. Seguir derrapando entre muchos hasta morir
  29. Seguir soñando, de noche con menos patos que me atacan y con más platónicos que hacen suya y de día, con la posibilidad de que se puede!
  30. Tener más en claro qué quiero hacer de mi vida….no, perdón, esto no va en esta lista, va en la de “imposibles eternos”

Este año se va, esperemos que el que venga sea mejor…igual lo que importa no es el tiempo medible sino el ahora presente, indescriptible y fabuloso!

Gracias a todos los que hicieron del 2010 con sus aciertos y no, un lapso de momentos inolvidables!

Sigo insistiendo, estoy cursi, es el instinto materno que por ahora tengo que desviar para algún lado!

REMEMBER ponerse algo blanco, si es posible a estrenar!

Los QUIERO!

FELIZ AÑO NUEVO Y VIEJO.....y FELIZ PRESENTE!!!

GGss

lunes, 27 de diciembre de 2010

Hace calor...adentro y afuera

puede ser que otra vez no sea cierto, pero siento como el fuego me quema por dentro

Hace calor. Adentro. Afuera. Entre las paredes. Entre los huesos y músculos agotados después de dos días de exposición a los avatares de la vida familiar y a casi una hora de hacer el viejo y jamás pasado de moda “remolino” acuático. “Hace 20 años que hacemos lo mismo”, dice mi tío. Sí, puede ser, hace 20 años que nos divertimos de la forma más barata que jamás se haya inventado: entre muchos.

Hace calor. Es lunes. Acá no hay muros ni escapes de colectivos humeantes, no hay taxis veloces ni mil ventanas al pasar. No hay nada pero se ve algo allá lejos, un poco más allá del horizonte. Las torres y otras yerbas que poco a poco van convirtiendo a mi querida Rosario de la infancia en un lugar cool, se mezclan con el smog y los factores aromáticos del momento.

Hace calor. Calor por doquier, irreverente, enfermizo, opaco, húmedo, con olor a fin de diciembre, con empacho, con cara de goce. Calor que hace cola para entrar, que quema cualquier intento de pensamiento coherente, que derrite las entrañas y anima cualquier fantasía. Calor dantesco, calor anarquista, calor a secas.

Hace calor. Es lunes, lo dije. Empecé insomne, con esa maldita sensación de tener ideas a chorro saliendo de mi cabeza pero diluídas. Ideas fóbicas del papel. Ideas que como los sueños, sólo resplandecen en la mente, su mejor hogar. Quiero escribir, tengo mil historias para contar pero ni siquiera pude llegar al nudo de la que empecé hace un tiempo. Nada ayuda: ni el clima, ni los demonios internos.

Hace calor. Lo que dicen inútil y amarillentamente los que están más allá de las pantallas no ayudan. El odioso número 39 seguido de la simple y más fea del curso palabra “grados”, tampoco. La hibridación aire acondicionado (se nota que escribí la tesina en esta época) no es suficiente. Nada sirve para extinguir el calor, más acá o más allá de cuerpo. ¿Cómo apagar un incendio mental?

Hace calor. Los perros están tan tirados como las alegrías que hoy lloraron antes de chamuscarse. Trato de pasar los minutos entre agua, J.K.Rowling, agua, teclado, agua, sueño, agua, otros libros, otras historias, agua. Pienso que quiero escribir a más velocidad pero no puedo. Pienso que quiero escribir más historias pero no puedo.

Hace calor. Pienso que el gordo Noel no me trajo ni el clon de Matthew Gray Gubler ni el trabajo ideal, soñado y por momentos lejos de la civilización que le había pedido en la carta. Lo perdono, seguro se perdió mis deseos en algún piquete intergaláctico. Lo voy a esperar, quizás el 24 próximo hasta me traiga de la mano un editor que tenga ganas de leer lo que escribiendo para aliviar la demencia. El gordo sabe de las locuras de la gente común, quiero decir: argentina, bipolar y contradictoria, pero algo optimista, amiguera y soñadora. Sabe también que aún desde las alturas acá abajo algunas cosas pueden seguir pasando.

Hace calor. Me doy cuenta que uno intenta parecerse en algún punto a quien admira, pero no sabía que tanto. Reflexiono, vuelvo a pensar, me estoy volviendo más alleniana que nunca: fobias por mil, histeria, personajes perdedores y psicoanalizados en cada historia. El consuelo es que al narrarlos, los monstruos mentales, en fin, la neurosis nuestra de cada día, se hace más llevadera, hasta grandiosa.

Hace calor. Sigo soñando, sigo queriendo seguir escribiendo, lo hago, lo vuelvo a hacer. Los pensamientos van viajando, se transforman, se hacen visibles. No está todo perdido. Son como el agua del río, viajan incansables, nómades, hijos perdidos fruto de la mezcla de racionalizar todo y enloquecer en el intento y querer habitar mundos paralelos y fantásticos.

Hace calor. Hago una pausa. Sigo confiando en el poder de las palabras que ayudan en la tarea imposible de entender la vida. Estoy acá, hace casi 27 años que estoy acá, parada. Algo tengo que hacer con esto. No puedo dejarlo ir. No sé qué será de mí en un tiempo. De dos cosas estoy segura: voy a seguir escribiendo hasta morir y voy a hacer de esa banana pasada de la heladera un licuado helado digno de ser tomado en la pelopincho de un patio, mi patio, el que mira a Rosario y lo saluda de lejos. Lo dije: hace calor.


GGss

viernes, 24 de diciembre de 2010

El mesías Potter y la e-lección de NaVIDAd

"Each man's life touches so many other lives" Angel Clarence

("Qué bello es vivir!" - 1946)

Siempre consideré a la Navidad como un instante divino de reflexión más que de reflexión divina.

Esta semana de diciembre, calurosa, sudorosa, pegajosa, laboriosa, se me hizo difícil tratar de poner en palabras lo que se me iba pasando por la cabeza. Entre lo cotidiano y lo que pasa más allá de casa, entre el hacer y el deber hacer, entre lo que pasa dentro de los muros de este territorio hermoso y adictivo que algunos llamamos país y lo que se intenta comunicar teñido de color amarillo, ayer tuve un pequeño instante.

Atareada por los demonios nuestros de cada día, intentando ponerle onda al clima, con el cuero rostizado y algo triste por el deceso de varias plantas gracias a la capa de ozono, tuve un momento. Me sumergí en el que de ahora en más llamaré "my little (very little) paradise", en un rinconcito del patio, durazno bastante verde en mano y con los pies en el agua. Elevada desde la colchoneta inflable, recostada sobre mi pequeño placer burgués, mirando las nubes que iban llegando al baile (para brindarnos posteriormente un alivio), y con el sólo sonido de la naturaleza y las risas de mi vecino de 10 años del otro lado del tapial, me puse a pensar.Y el pensamiento genera más pensamiento, y más pensamiento genera divague, y el divague de diciembre siempre es bastante cursi.

En ese movimiento neuronal me puse a pensar que el mesías, aquél que llegó para salvarnos, nació también y hace no tanto en el valle de Gondric. Fue muy esperado, fruto del amor de James y Lily. El no sabría que sería especial hasta 11 años después. Llevaba también un gran estigma, tenía la forma de rayo y estaba en su frente. Pero este mesías, aunque renegó de ese aura que habían instalado sobre su cabeza y espalda, nunca se aprovechó de ella. Muy al contrario, siempre estuvo al lado de los más necesitados de todos los tipos de bienes: materiales y emocionales, incluso defendió con su propia vida a los “sangre sucia”, los impuros, los que muchos no querían admitir muros adentro y varios hubieran apedreado.

En el camino tendría que llevar muchas cruces, la mayor de todas: vivir con los Dursley’s, los peores muggles de la historia. Tendría que enfrentarse al Innombrable (de los mil nombres): el Señor Tenebroso/el Señor Oscuro/Tom Marvolo Riddle/Lord Voldemort, quien había querido matarlo tiempo atrás. Pero Voldemort representaba un reto cotidiano, era su propio demonio. Eran parecidos, compartían varias aptitudes...

Este niño sensible y por momentos inocente, se iría abriendo camino por el sendero de la vida. Aprendiendo de la experiencia constante, metiéndose en muchos problemas, golpeándose una y otra vez contra la pared. Pero aprendería en poco tiempo la lección más grande de todos los tiempos: que como decía Christopher McCandless “happiness is real only when shared”.

Ese pequeño gesto que se transformaría en vivencia, que se transformaría en forma de vida, que se transformaría en consejo y que se transformaría en legado, empezaría a llegar a cualquier muggle que de este lado tuviera el tiempo y las ganas de compartir su tiempo, vida y locura con este niño.

Su enseñanza para la eternidad sería no sólo que vivió por el amor de Lily y James que desplegaron sobre él esa noche de Halloween, sino que, como le dijo el angel Clarence a George Bailey en ¡Qué bello es vivir!, nadie jamás fracasa si tiene amigos. Y entonces la amistad, valioso tesoro, es “ese ama a tu prójimo como a ti mismo”, y entonces creo que ahí está la navidad, en ese intento de re-nacer de nuestras propias cenizas, como Fawkes el ave fenix de Dumbledore, para ser mejores. Y si soy mejor con otros, en ese intercambio seguro alguno bueno surgirá. Este niño, más allá de lo que llevaba sobre sus hombros, no sería nada sin Ron, Hermione, Neville, Seamus, Sirious, Remus, Dumbledore, Minerva, Hagrid “el sucio”, Dobby el elfo, y la grande-especial-numerosa-grossa-humilde-cómica-colorida-grandiosa familia Weasley, los más fascinantes magos de la comarca, esos seres de pelo colorado que cualquiera pagaría para tener de parientes (o por lo menos quien suscribe).

Después de todo, podemos ser o intentar ser lo que querramos, podemos luchar con nuestros propios Voldemorts, podemos acarrear mitos fundantes sobre nuestras espaldas, pero lo más importante, retomando a Dumbledore es que: "no son nuestras habilidades las que definen lo que somos...son nuestras elecciones".

Qué importa el clima, los regalos, el árbol, qué importan los ritos y las comidas hasta empacharse, si lo que importan son las elecciones, lo que nos define, lo que llena y va escribiendo el libro de nuestra vida. Acá otra escena, esta vez un regalo (con la respectiva traducción más abajo) de Woody con amor:

“Todos nos enfrentamos en nuestras vidas con decisiones agonizantes, elecciones morales. Algunas son a gran escala, la mayoría de estas son inferiores, pero nos definimos según las elecciones que hacemos. De hecho somos la suma de nuestras elecciones.

Los eventos se desarrollan tan impredeciblemente, tan injustamente.

La alegría humana parece no haberse incluido en el diseño de la creación. Solo nosotros, con nuestra capacidad para amar le damos sentido al universo indiferente.

Y aún así, la mayoría de los seres humanos parecen tener la habilidad de seguir intentando, e incluso encontrar placer en la cosas simples, como su familia, su trabajo, y en la esperanza de que las próximas generaciones quizás entiendan más”

(Crimes and Misdemeanors - Woody Allen - 1989)

Avisé que estaba cursi.... Sepan disculpar.

Feliz re-nacer

Feliz elegir

Feliz amar lo que somos

Feliz amar a TODOS los otros

Feliz AMAR-nos

Feliz Navidad

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ !!!!!!!!!!!!!!!!




GGss

domingo, 19 de diciembre de 2010

Be kind, Rewind

“The past belongs to us, and we can change it” Miss Falewicz (Mia Farrow)

Hacer una película sobre los procesos y las pasiones, hacer una película sobre el cine como acto creador sin mediar fórmulas, hacer que enaltece eso que decía Aristóteles de que cualquier hacer que implique una nueva creación (desde una pintura al óleo hasta una torta de coco) es una forma de arte, hacer una película que sea un manifiesto de amor al cine de todos los tiempos y todas las formas. Hacer una película que mueva nuestras neuronas y nos haga reflexionar sobre el hacer y sobre el valor, sobre el valor y sobre el hacer; sobre el valor del hacer. Todo intenta Michel Gondry con Be kind Rewind.

Mike y Jerry son dos amigos que viven en algún lugar de New Jersey. El primero, algo tonto pero responsable trabaja en el videoclub del Sr. Fletcher, el segundo vive en un tráiler y se la pasa haciendo las cosas mal (supuestamente mal). Un día, intentando sabotear la central de energía vecina a su hogar (alegando que ésta le está derritiendo el cerebro), sufre los efectos de una magnetización, hecho que provoca en su visita a su amigo Mike al videoclub, la destrucción de todas las cintas del Sr. Fletcher.

Sumidos en la desesperación y sin entender al principio las quejas de los clientes, empiezan a filmar escenas de las películas que les van a alquilar para ver si pueden recuperar la pérdida, creyendo en la ignorancia de algunos vecinos. Pero la comunidad empieza a pedirles cada vez más de estas cintas que Jerry llama “suecadas” sin saber bien porqué…

Desde su nombre mismo, este film nos ofrece dos caras, dos posibilidades de ver. Rewind es rebobinar pero en los créditos aparece por un segundo como Remind, y luego la M se transforma en W. Remind es recordar, tener en mente (mind). ¿Qué es lo que recordamos de cada film, eso que nos hace querer rebobinar para volver a verlo? El nombre hace alusión al nombre del video club del Sr. Feltcher, uno de esos lugares que seguro muchos guardan en su chip mental, con la videocasetera en el mostrador para rebobinar las cintas antes de alquilarlas.

Pero en eses recuerdos ¿no hay un valor agregado? Nuestros propios recuerdos, nuestra historia, nuestra empatía por alguna razón con un actor, personaje, toma, escena, tema, banda sonora o film… ¿No nos re-creamos para nosotros mismos todo el tiempo lo que vemos, construyendo nuevas historias? Cualquier acto creativo conlleva la cita de la cita de la cita, todas las versiones de Los Cazafantasmas son igualmente sublimes. “A mí me gusta más la mía”, dice Jerry.

Aunque del 2008, este film es a-temporal, porque aborda un tema que está más allá de cualquier asociación tecnológica. ¿Qué es original? ¿A qué llamamos arte?

Gondry seguro es lector de Alessandro Baricco. Sus personajes habitan ese reino mágico de la demencia en el que no existen los originales (mal que le pese a Sigourney Weaver), donde todo es posible, todo se recicla, se re-elabora, se re-significa mediante el hacer colectivo. “Yo también quiero ser una inadaptada. No son simples remakes. Son mucho más creativas”, les dice con énfasis Alma a Jerry y Mike.

Así, uno a uno se van sucediendo grandes obras del cine, suecadas de King Kong, 2001, Conduciendo a Miss Daisy, (hasta El rey León), que esconden nada más y nada menos que las ganas del director por expresar su amor y devoción hacia el oficio de contar historias, pero también de reflexionar sobre la capacidad de la mente para elaborar a partir de la afectación, de todo aquello que marca, y la condición personal, subjetiva y jamás dada de ver el mundo y construir realidades.

Lo más importante es lo que se narra, la historia no es más que lo que se pone en el relato, ahí está su maravilla. No hay constantes, todo cambia al segundo en que es retomado y re-narrado. “Qué importa si es un 6 o un 9”, le discute Jerry a Mike en la primera escena, si lo genial es lo que expresan cuando se los pone en la imagen, cuando se les da vida mediante la acción.

Como le decía a Vane a partir de su publicación (casi un manifiesto de amor hacia las suecadas), para mí decir suecada sería lo mismo que decir “derrapada”, porque implica locura, pasión y trabajo compartido en el proceso creativo (más allá del nombre), y porque la historia surge de todo eso puesto en acto.

El cine quizás sea como el dicho de la casa: qué importan cuatro paredes si lo que vale es la vida que le dan quienes la habitan. Y seguirá vigente mientras allá y acá haya apasionados capaces de seguir moviendo el avispero hecho de celuloide, haciendo algo tan maravilloso como contar historias.


GGss

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Nunca fuimos retro

"El paso moderno del tiempo no es más que una forma particular de historicidad. ¿De dónde sacamos la idea de un tiempo que pasa?" Bruno Latour

tiempo, dile a la lluvia...

(La intención era llegar a otro tipo de reflexión, más teórica y más seria sobre le tiempo...pero será en otro momento. Como siempre, me gana el desequilibrio!)

Todo empezó con una nota que leí al pasar a la que no sé ni cómo llegué, y digo al pasar doblemente porque la encontré pero fue tan aburrida que seguí de largo. Un periodista, en una actitud “descrubrí América”, reflexionaba sobre los artefactos de todos los tiempos, que pueblan nuestro día a día, con los cuales nos valemos para accionar. A pesar de la pesadez de la nota la leí completa esperando la mención a Bruno Latour. No fue así. Latour nunca apareció. El periodista se ve que quería demostrar que en el fondo siempre quiso tener un negocio y cada tanto hacer un inventario.

Se lo perdoné, Bruno no es tan conocido, ni siquiera en los cerrados círculos académicos, y en algún punto lamenté que ese pobre tipo con chapa de periodista no lo conociera. Porque se sabe, toparse con Bruno es enamorarse y apasionarse a primera vista. Muy pocos son tan afortunados como para tener semejante talento. En realidad, ¿qué francés no despierta sentimientos de algún tipo, de cualquier tipo? Pero no me quiero alejar de lo que quiero decir (cómo le cuesta al comunicador seguir una línea!).

Ya era sábado a la tarde. Los planetas parecían congeniar para la extraña metamorfosis que vendría a continuación. Una negra tormenta cargada de granizo y gotas gordas cayó sobre el patio de casa, dejando varias plantas en terapia y cortando el respirador de la energía eléctrica. Por consiguiente, me quedé sin red. Pensé: toda mi actividad recreativa se relaciona con esta hibridación hombre-electricidad…es el fin.

La desesperación casi (o totalmente) neurótica no duró más de diez minutos, al rato ya había encontrado algo que hacer. Un libro me guiñaba el ojo desde la mesa. Un mago arriba de una Nimbus 2000 me miraba desde la tapa. El elefante hindú marcaba hasta la hoja 152, quedaban aún 103 por ser leídas. Además, el mismo mago más crecido y sabio me hacía señas desde otro libro de tapa verde desde la biblioteca, como apurándome para sumergirme en su mundo, y él en el mío.

Todavía había plena luz, así que me interné en el castillo en lo alto de la colina, ese que está a orillas del lago negro. La luz volvió al rato, la red no, pero nada importaba. Ya había sacado el ticket, estaba lejos de casa.

El domingo brindó toda la luz que el sábado no pudo. La red seguía lejos, “fuera de servicio”. El almuerzo familiar y familiar político fue precedido por la ida a lo de la nonna Velia. Hicimos el check de cada domingo: cigarrillos, llaves, abrigo, dientes. El viento todavía soplaba el frío del sábado, y mi ojo pronosticador había fallado una vez más. Le pedí permiso para internarme en su placar y elegir algo. El placar de la nonna es uno de esos lugares en los que puede haber desde dragones y conejos blancos hasta zapatos de rubí. Lo racional escasea pero lo fantástico se presenta en mil colores y formas de todos los tiempos. Me probé varias prendas y terminé con una campera de un color que no sé describir. Una especie de té con leche mezclado con sambayón hecho con huevos de cáscara blanca.

“Quedatelo nena”, “En serio”. En otra época quizás me hubiera reído o avergonzado, sin embargo, no podía sentirme más feliz!

Descubrí el mundo oculto detrás de usar ropa de las abuelas. Ya era reincidente en el tema: la nonna me había regalado un camperón de lana que ella misma había tejido años luz atrás (el más abrigado de mi placard), y la abuela Enri (que en algún lugar debe estar peleando a alguien y haciendo torrejas de acelga), me había regalado un delantal de cocina y unas medias.

Vestirse con estas prendas es como llevar los recuerdos materializados, o tener anécdotas en los hombros. Es raro, es loco, es lindo.

En la mesa, mientras degustábamos el asado, los duraznos con dulce de leche y la torta marmolada con café, la nonna no paró de decirme orgullosa, “es como si hubiese sido hecho para vos”. Y hay veces que te pueden decir algo mil veces, pero ciertas personas tienen un aura discursiva única y emoción-ante.

Para completar la jornada, la tarde nos regaló las cuadras de la Feria Retro. El viento no acompañaba pero la gente en diversos colores, los perros demostrando ser los mejores amigos del hombre y el aroma pororero hicieron de esas horas algo más que una cabeza (muy) despeinada.

Fue ahí que se me vinieron a la cabeza todos juntos y en composé: la nota del periodista, Bruno Latour y Marshall McLuhan. Ver tantos estantes con tantos artefactos, tantas asociaciones des-asociadas y vueltas a asociar, tantas formas de arte, tantos híbridos re-calentados. Fue como que mi cabeza se transformó en una sopa moderna.

Qué somos sino mezcladores de tiempos, diría Latour. No podemos clasificar épocas porque constantemente estamos mezclando tendencias, modos de, “decires”, palabras, retazos de tela. Lo que antes era nuevo, hora vuelve a serlo si lo usamos, pero con un halo de viejo, se recupera como una forma de arte decía Marshall. Y qué somos nosotros sino arboles llenos de ramas multitemporales, con brotes que crecen de esa mezcla, de ese mix de tiempos. En el medio se delibera qué es lo que va, pero: ¿a quién le importa? Puedo usa una campera de mi abuela que capaz data de los 70’s, un pantalón que tiene unos meses, unas guillerminas del 2007 y unos genes que tienen millones de años. Puedo todo y a la vez y cada vez en un nuevo rodeo. Eso desintegraría el concepto que se le da a moda y a retro. Vivimos en un constante y cotidiano retro.

Es ese mezclar y re-crear el que nos convierte en verdaderos actores….

El sol ya estaba más allá del horizonte, el viento nos decía que ya era hora de regresar. Una lágrima, un carlitos y un puesto de bonsáis serían el broche de un fin de semana en el que, al contrario de lo que creí en un momento, no me volví más esto o más aquello. Descubrí que además de los nuevos lentes de sol nacarados y made in China, hay algo más que me une al Dr. Spencer Reid (y en realidad a Matthew Gray Gubler): el amor por las cosas familiares que llevan inscriptas historias (creo que igual él superó cualquier "intento de" con los lentes de su tío). Aunque sin duda lo mejor llegó de la mano del imán de Alfred Hitchcock con su claqueta de Psicosis, que ya me mira desde la heladera y me dice: ¿"Cuando empiezan a filmar algo de suspenso”?

Al fin y al cabo, el amor hacia los otros de ayer, de hoy y de siempre también nos vuelve a-temporales…


GGss