martes, 13 de agosto de 2013

Rosario: una humilde y necesaria reflexión



Escribir y querer decir. Tanto y tan poco. Recordar una y otra vez, cada día a la misma hora, ese momento. Recrearlo para intentar estar más cerca. Qué habrán estado haciendo, qué habrán estado pensando, qué tenían planeado hacer ese día. Las escenas llenan la mente, la invaden y asfixian cualquier deseo.

Un hecho que no fue uno más, que golpeó los corazones de tantos rosarinos, rosarinos que viven cerca, a pocas cuadras, cruzando la vereda. Rosarinos que viven lejos, a un pueblo o provincia de distancia, cruzando el mar. Rosarinos que vemos a nuestra ciudad desde el horizonte, que nos sentimos cerca, iluminados por sus luces, cobijados por el dibujo que allá en el este nos dice “acá estoy, no me fui ni me voy a ninguna parte”

Porque solamente el que ha vivido en Rosario sabe que la ciudad se pega en la piel, se vuelve aire. Ciudad de infancia, ciudad de amigos, ciudad de siesta y de gente apasionada, ciudad pueblo y ciudad barrio, ciudad amanecer y atardecer entre siluetas edilicias, ciudad de puentes y de islas. La ciudad que se ama desde cualquier punto geográfico. Se la recuerda, se la quiere. Ciudad llena de poesía, ciudad que inspira y llena hojas en blanco…¿cómo no escribir sobre Rosario? 

Ciudad que parió una forma de ser y de ver que un seis de agosto se volvió contagiosa, se honró, se volvió ejemplo, se volvió bandera. 

Y justo cuando empezaba a dejar de confiar en nosotros, en los seres humanos, justo cuando empezaba a darle la razón a mi viejo cuando dice que vivimos como los animales en la selva, rodeados de hienas, justo ahí, como una luz en la oscuridad, se hicieron presentes aquellos hombres tan olvidados, ejemplos de entrega: bomberos, rescatistas, paramédicos, vecinos, taxistas. Voluntarios. Personas que demostraron que yo no soy el otro, pero no puedo ser sin el otro, que demostraron también que no es tan difícil aplicar el “ama al prójimo como a ti mismo”, ellos lo lograron porque tienen un tesoro que suele faltarnos: la empatía. Ponerme en el lugar del otro, hacer ese trabajo mental. Intentarlo. Y en ese intento, ellos nos devolvieron la esperanza, le dieron calor a quienes tenían frío. Enseñaron con ejemplo, desvalorizado ejemplo, revalorizado ejemplo…

Tantas imágenes. Emocionaban, ponían la piel de gallina. La condición humana. La desnudez plena del ser…LÁGRIMAS, ALMA Y CORAZÓN

Sigo pensando en aquellos que ya no están, me duermo pensando en ellos, en sus sueños; y es por ellos que creo necesario reflexionar, transformar, meditar, cambiar el enfoque de las cosas. También pienso en sus seres queridos, rezo por ellos, para que encuentren las fuerzas para salir adelante, porque aunque parezca imposible, hay que seguir. Y pienso en el silencio y el respeto de quienes se acercaban o pasaban por el lugar, el compromiso demostrado por todos los que colaboraron, la solidaridad en toda su dimensión, la entrega, la responsabilidad con que tantos colegas periodistas han encarado la difícil tarea de informar. 

Queda lo elemental: pedir justicia, exigir que nada quede impune, evitar otra tragedia. JUSTICIA.

Hay cosas que no se podrán recuperar más pero a partir de ahora tenemos varias tareas; se las debemos a aquellas almas que ya no están: abrazarnos más, ayudar, dar una mano, disfrutar el presente, ser prudentes, bajar un cambio, disfrutar de las cosas simples. Comprender que somos frágiles, que no somos eternos, que a las cosas materiales se las lleva el viento.

No olvidemos. Seamos mejores personas. Aprendamos que la responsabilidad, la entrega y la empatía, son cosas de todos los días. Deben serlo.

Honremos esas vidas. Honremos la vida.

No olvidemos.

Nunca más.

GGss (@eugess)

martes, 5 de marzo de 2013

Insomnio


Insomnio encantador
Insomnio productor, de una, mil, preguntas errantes
Insomnio delator, recostado bajo las luces del alma

Insomnio punzante, acelerador de procesos mentales
que escribe, lee, interpreta, mira, saluda ideas desde el rincón del sofá

Insomnio creador de monstruos, amante de lo intrincado,
recortado y vuelto a pegar, un collage de significados

Insomnio que no divisa nubes, perdido en un cielo de ovejas y corderos alterados
que abraza la almohada y la pulveriza,
que atormenta tropicalmente y deja huellas de arena,
que cura y desvanece, que libera y estremece

Insomnio, una película de turno y mil imágenes adentro y afuera de la cajita imaginaria
un beso de madrugada, un beso en medio de la nada de un galán sin espada,
un cuadro vagando en paredes de sueños que mueren,
una hoja en blanco, una mente desesperada,
un café cortado que acecha el aire,  
que anima al desolado, que traza caminos de tinta, ríos de cafeína, mares de amor empalabrado,
un recuerdo de verano, que acecha a veces, de madrugada al viajero recostado,
un cuadro vagando en paredes de sueños que mueren

Insomnio que alumbra las ideas y las des-complejiza
Gotas de rocío. Brisa y quietud. Crucigrama, rompecabezas, sopa de letras.
Caos. Desorden… Calma.
Insomnio con letras. Magia. Alquimia. Pasión.
Pura palabra.

GGss

viernes, 4 de enero de 2013

La Queja


La queja me aqueja
la queja despareja
la queja que perpleja, me viste siempre…
el mismo encanto, ropa vieja

La queja empareja las nubes
que en mi cabeza sobrevuelan
la queja me acerca la bronca que tuve
la envuelve, la tiñe, la tira, la despedaza, le hace muecas

La queja me vuelve más neuróticamente normal
más sana y algo menos insomne
porque tira los nervios para atrás
y hasta vuelve más claro el horizonte

La queja, salvavidas ameno
anaranjado rabioso, violeta justiciero, blanco sereno
La queja, alfombra mágica
cuyo vuelo libra, libera y abraza

La queja me vuelve danzante,
me aliviana una mochila de mil preguntas errantes,
me vuelve más racional, más odiosamente pensante
más deseante, menos tibia, más amiga del significante

No me culpen por la queja
no repriman este sano y santo impulso
no la toquen, no la tachen, no la dejen morir en lo profundo
no la maten ni la entierren, que gigante siempre hiere
no me digan que me aleje,
¡basta! les pido, no nos atormenten…

Gracias Queja te agradezco,
y a todos esos compadezco,
a los que no se quejan nunca,
porque habitarán por siempre las penumbras

porque la queja y el discurso
vuelven el cuerpo más sano
el espíritu más limpio
y mucho más bello, este quejoso mundo.

GGss (@Eugess)

jueves, 3 de enero de 2013

El jardín de casa

La vida es como el jardín de casa…o sea, vivir, sería más o menos parecido a plantar un árbol (como dice la frase). Pero la frase “plantar un árbol”, disparadora de una sola idea en la mayoría de los mortales, ¿no vendría a representar más una actitud prolongada que un mero instante?

Hay diferentes tipos de jardineros que, y, en consecuencia, dan vida a diferentes tipos de jardín. Están los que plantan compulsivamente cada estación del año, pero no dejan jamás cumplir el ciclo a la planta, la destierran mucho antes de que la pobre les diga “dejame morir en paz”. Están aquellos que decoran el jardín con plantas de moda, macetas de moda, césped de moda, que pagan para que lo cuiden cada semana sin interrupción, sin dejar que las plantas por sí mismas tomen la forma indebida, todo debe quedar perfectamente en su lugar, color con color, para que la gente al pasar se maraville, una vidriera. Están los jardines olvidados, que aún así, intentan siempre maravillar a sus dueños con alguna pirueta. Incluso existen los impresionantes jardines de maceta, claro, los que habitan allí, en las alturas de la urbe, los que sueñan con ser grandes, pero se conforman con la pequeñez cálida de los muros, el hollín de colectivo y el ruido de los bocinazos.

Cada jardín va tomando la forma de las circunstancias, del tiempo y el espacio, todo celosamente supervisado por la señora naturaleza, madre ella, loca ella, rencorosa ella...bastante sabia.

Pero existe otra clase de jardineros, un grupo de cuidadores que hacen del jardín una fiesta, que, a lo McLuhan, lo consideran una extensión del cuerpo, un tapado en invierno y una sombrilla en verano, un refugio en las tormentas y un buen libro para acompañar la tarde. Un mate calentito bien temprano a la mañana. Esos jardineros respetan los ciclos, le sacan la lengua a las plantas de moda, no detienen su mirada en estéticas, más bien se alegran con cada florcita  nueva, cada hojita nueva. Dan su vida por las plantas y no se rinden cuando éstas dan muestras de agonía, no se rinden porque de ellas han aprendido tanto, claro, porque de ellas han tomado tantos ejemplos de actitudes del vivir. Incluso, cuando alguna se quiebra, vuelven a plantar esa partecita, para dar más vida, para que no muera. Porque después de todo, las roturas no son más que nuevas oportunidades de crecer y crear, nuevas oportunidades de volver a ser…

Los jardines de estos jardineros mutan sólo con el tiempo, se dejan ser, porque los dejan ser, son libres, respiran aire verdoso esperanzado, alegran al visitante, devuelven los mimos. Porque ellas, las habitantes del lugar, nos quieren más de los que nosotros imaginamos, nos enseñan cada día algo nuevo, como el bonsái de palo borracho, que creía muerto pero al reparo, un día lo encontré radiante…cuando terminé de preocuparme él ya se había recuperado solo…

En fin, mi reflexión para empezar este 2013 giró al jardín; qué jardín quiero tener, qué jardinera quiero ser…no estoy muy poética pero las ganas de escribir están, y como la jardinería, me arrojo ni bien tengo un huequito temporal-espacial (porque las ganas siempre sobran).

¿qué tipo de jardineros queremos ser?

GGss (@eugess)