Hace casi dos años y cuatro meses que no escribo esta cuna de locuras...creo que en el afán de cambiar el mundo, el mundo me empezó a cambiar a mí.
Huérfana de palabras, de esas que me alborotaban hasta tener que encontrarles refugio, huérfana de tiempo, tiempo para comer, beber, dormir, mirar la ventana que da al patio y pensar en algún recuerdo del pasado que me motive hacia el futuro, huérfana de oxígeno para respirar cuando miro el cielo, o el espejo tratando de autodescubrirme o autodescribirme. Bueno, sí, me convertí en madre: un pequeño paso para los miles de millos que habitan este planeta pero un gran paso para esta HUMANAdad, o sea mi tiempo, mi espacio, mi ego, mi cuerpo, mi mente, mi corazón. Y bueno, la transformación fue rápida aunque lenta de asimilar...primero fui un pedazo de carne que emanaba fluídos, después un pedazo de carne que dormía menos, progresivamente fui siendo mitad mujer mitad madre deseosa de que todos lo sean...después se me pasó y fui madre con experiencia, consciente de por qué tus amigos no tenían ese deseo, hasta que arribé al mediano equilibrio, justo, justito para darme cuenta de que me iba a convertir en madre otra vez...y entonces volví a ser todo eso pero con menos tiempo y menos energías y más seguridad en mí misma (bueno, apenitas). Y en el gremio de #gentealhorno me nombraron presidenta.
Ya habrá tiempo para desarrollar el proceso de legar hijos al mundo, ahora me interesa pensar en este espacio, desempolvarlo, sacudir este felpudo para ver si me puedo ubicar.
"Necesito distensión" diría Cerati...yo además de eso necesito un hueco mental para mis pensamientos, para ir tejiendo una red, un entramado de unidades mínimas de significado en el afán de desenredarme y tejer una historia. Quiero una historia. Tengo una historia. Me faltan partes. Necesito vestir este esqueleto, agregarle color a los huesos y huesos a los huecos.
Hoy empiezo. No sé adónde me llevará esto ni dónde terminaré...nunca sé nada de nada, o sí: sé algo, la fuga siempre empieza por casa....