"Nunca pensé que volvería a escribir sobre Terminator"
Entre climas y conversaciones frías, el día de ayer nos encontró sumidos en la ecología mediática en la urbe rosarina. Después de un rápido paso por el dentista, la cita era en lo de Paulis, hacia donde nos dirigimos con VaneMaz. Adivinen qué día fue ayer: martes…si alguien lo recuerda, el día martes para nosotras suele ser como el camino amarillo de Oz, largo, loco, impredecible, pero por sobre todas las cosas, muy divertido. Los mates calentitos y las masitas acompañaron las lecturas del taller de los martes, McLuhan fue el amo y señor, y José, el encargado de disparar las frases que nos convierten a todos en Funes Memoriosos, sí, porque es imposible olvidarlas, quedan en la mente de uno con poderosa exactitud.
El capítulo en cuestión era el numero dos de “La comprensión de los medios como extensiones del hombre” de Marshall McLuhan, es decir: “Medios cálidos y fríos” ¿Qué intenta decir Marshall? Que los medios fríos son los que incluyen, los que requieren nuestra participación, aquellos en los que cada uno “debe completar” (teléfono, habla, televisión, seminarios...); los medios cálidos (radio, imprenta, películas, fotografías, conferencias…) en cambio, son aquellos que permiten menor participación, pero esta participación, “no se refiere al compromiso intelectual, sino al modo en que un medio involucra nuestros sentidos físicos”. Y aquí vuelvo a la primer frase del post, nuestras conversaciones son “frías”, porque requieren de una gran participación, siempre surgen cosas que no estaban en lo absoluto tenidas en cuenta.
La película es desde el vamos, una perla que sólo puede ser realmente admirada, “aprovechada” a través de la pantalla grande del cine (por un momento pensé que me había equivocado de sala y estaba mirando Transformers). Los efectos son sin igual, y la historia es la historia, así que cualquier amante de esta saga va a amar este film, a pesar de que se cambien los actores constantemente, a pesar de ciertos sinsentidos hollywodeanos que siempre están y, por mi parte, de que odio la paleta de colores marrones, grises y negras…pero amo el desierto y a Christian Bale.
En esta oportunidad, la historia se traslada a 2018, cuando la guerra entre Skynet y la resistencia llegó para quedarse. John Connor y su esposa Kate lideran la resistencia formada por unos pocos que han logrado sobrevivir. Sin embargo, las cosas se tornan confusas cuando aparece en escena Marcus Wright (lejos lejos, el gran protagonista, el mejor), mitad robot mitad humano, un antiguo reo, muerto con la inyección letal, que en un acto de redención vende su cuerpo a Skynet. Marcus es un prototipo como los que Schwarzenegger se encargó (a su manera) de interpretar en anteriores entregas, sólo que tiene un corazón humano ("El salvó mi vida, vi a un hombre, no a una máquina", le dice Blair Williams a John), razón suficiente para querer pertenecer a la resistencia y ayudar a Connor a encontrar a Kyle Reese, el joven que mandará al pasado para que procree con su madre Sarah (vean la primera parte).

Entre homenajes a Arnold (es sublimemente cómico ver el avatar que crean, que se le aparece a Connor desnudo con un humito tapando sus partes), a Latour (de hecho se menciona el hecho de que Marcus es un “híbrido”), a McLuhan, y hasta a Manovich, la película transcurre fluida y muy entretenida, dejándonos un sabor metálicamente dulce y confirmando que la cuarta saga de Terminator desobedece lo que Marshall decía de las películas como medios cálidos, porque es totalmente fría: nos hace pensar, reflexionar que a pesar de las guerras, del día del juicio final, ni máquinas ni humanos deberían ganar, sino intentar ser cada día un poco más como Marcus, seres híbridos, capacitados para hacer, para conocer, pero también para amar.
GGss