Llueve
y llueve. El tiempo, niño revoltoso, terriblemente indeciso, indiferente. El
tiempo nos abriga y tapa nuestras extremidades, cobija el ritmo sanguíneo y los
circuitos internos, eléctricos. El tiempo nos quiere poner en reposo. Y así,
así nomás, así sin más, el tiempo viene y nos cubre.
¿Pero
no es el tiempo un reflejo? Reflejo y espejo. El tiempo es nosotros. Nosotros
somos el tiempo. Lo que pasa afuera refleja nuestro dentro. Nuestros adentros.
Lluevo.
Caen gotas acá adentro. Gotea en mi interior. Gotea mi interior. El goteo
sentimental…animal. Siento gotear porque me siento gotear. Me voy en gotas.
Llover.
Llorar. La misma cosa. Verbos del vivir.
Miro
los horizontes y lo gris se hace cielo, tierra aguada, gotas que recorren el
vidrio de auto y se juntan, se aman con otras gotas, se agotan. Lo gris, árbol
pelado que busca su propio refugio, se arropa, se pone a salvo con su propia
piel verdosa, se va volviendo primavera. Ya llega.
Sigo
goteando. Goteo ideas, broncas, recuerdos y momentos que me hacen tentar de
risa. Gotas que caen, que patinan, que adivinan. Tontera previsible…y en el
medio: la Espera.
La
espera. Tontera. Primavera. Una Era.
Eso
que era ya no está. Se transformó en gota. Se hizo tormenta y se puso a salvo
de la calma.
Eso
que era quedó con la espera. Se transformó en lo que vendrá, en lo que ya estoy
siendo. En lo que está siendo la primavera. Divina, grandiosa, sabia, Fénix.
Primavera.
GGss (@eugess)
1 comentario:
Bellisimo!!
Extrañaba tu prosa!
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