viernes, 5 de agosto de 2011

Ácida, pesimista y cursi

...espero que no vuelva a pasar un mes antes de que vuelva a escribir!

La semana aún no terminó pero ya he aprendido a odiarla. Estamos recién a jueves y ya me he peleado con gente en el banco y en un centro de salud, se me terminó la tinta de la impresora justo cuando tenía que imprimir unos documentos para una empleadora que perdió toda la documentación que hace meses había entregado en tiempo y forma. Para colmo de males, la gentil empleada de la librería local me vendió gato por liebre, es decir, tinta negra para otra Epson que no era Stylus, y yo, guiada por la apariencia del envoltorio, caí en la trampa, situación que llevó a que tenga que comprar otra, doble, gastando así en total 3 cartuchos de tinta original….(obviamente la vendedora no iba a reconocer mi pelotudez, y la suya).

No sé si es el frío, las hormonas, vivir en el medio de la nada, no sé qué es. No sé si quiero culpar a algo o alguien. No sé si soy yo o es mi bipolaridad en aumento. No sé si es la Tan Ferro que se reencarnó en mí hace tiempo, desde antes de ser la tana.

Los días se pasan y uno se pone objetivos, pero a veces no se cumplen, ni siquiera llegan a estar cerca de las más leves expectativas.

Las horas no alcanzan, la rutina debería adaptarse a nosotros antes que nosotros a la rutina. Es frustrante no poder llegar a hacer todo, terminar el día pensando que se podría haber aprovechado de otra manera.

A veces me pongo a pensar en cuál es mi lugar…¡qué complicado que es eso! Estoy casi afiliada al gremio de las amas de casa, escribo por placer pero nadie me paga un peso por eso, tengo trabajos golondrinas (como todo Comunicador Social), y encima en ese entre tengo sueños que cumplir y un esposo que atender.

Pero hace tiempo que decidí correrme del lugar de víctima, lo detesto.

Lo cierto es que hacía tiempo no podía sentarme a escribir, había algo que derivaba mis energías a otros lados dejando mi mente vagando sola, con los pensamientos queriendo salir. Se acumulan, se acumulan y me acechan en sueños, y cuando no me acechan, me alegran…casi siempre los domingos a la mañana cuando me levanto y me quedo largo rato mirando al techo y pensando en todo lo que quiero escribir. ¿Por qué no lo hago?

Se me enfría el café con leche, se me lastiman las manos por el frío y la lavandina, el pelo se reseca aunque le pongamos aceite de almendras y encima veo cómo la hipocresía se vuelve todos los días un océano ingobernable.

Me molestan los spots publicitarios pre eleciones que ocupan horas de aire, porque en 27 años he visto y experimentado que casi todo sigue igual, me jode la gente que sonríe demasiado y está siempre feliz y definitivamente me molesta mucho el perro de mi vecino.

Me generan urticaria los insatisfechos sexuales que siempre van a parar atrás de algún mostrador, la gente que no se banca al que piensa distinto pero postula la pluralidad, me dan ASCO. Me molestan también los falsos intelectuales que se llenan la boca de palabras difíciles que nadie entiende, los comunicadores tilingos que encima tienen la suerte de tener un flortista que le tire con rosas a cada palabra (me hacen cuestionar qué es lo importante y qué es el buen gusto). Estoy harta de la gente que se vive vendiendo y alaba demasiado a los otros, la misma que debería bajarse el ego y transformarlo en trapo de piso para limpiar el baño de su casa y de paso peinarse y cambiarse la remera enchivada (pero comprada en uno de los tantos viajes al exterior).

Me molesta todo eso y encima me molesta la gente que vende caca por buen producto….basta!!!!

Algunos me acusan de ácida, ¿pero acaso no es necesaria la acidez para lidiar con todo lo mencionado? El problema quizás sea que quiero intervenir, solucionar esos baches; casi nunca lo logro y tampoco nací justiciera, pero he aprendido y sigo aprendiendo a tomar con humor esas cosas, las veces que sea posible, creo que me enseñó Woody… a ver el conejo blanco, a encontrar la Neverland oculta entre tanto desierto de ingratitud.

Los seres humanos no somos gente tan alegre, no está en nuestros genes.

Pero después de todo, después de una semana que aún no terminó y en la que ya me engripé, tuve una iluminación anoche….mientras caminaba hacia mi cuarto para irme a dormir, vi una figura, un nene, feliz, con una sonrisa que me recordó a la de la infancia. Una figura que una amiga me regaló, de un nene con las letras P-E-D-R-O. Vi esa imagen y me dí cuenta que todas las pavadas que me habían pasado, todas las cosas sin importar el nivel de importancia, habían quedado a un costado.

Me mostró que era necesario ser menos serpientes y más aves fénix, renacer de las cenizas, tratar de superarnos, tratar de valorar, tratar de vivir el presente, después de todo, es lo que tenemos ahora, nunca sabremos qué pasará mañana. No ignorar los problemas, pero volverlos productivos, enfrentarlos.

Me mostró que era necesario luchar para hacer las cosas bien, para volver nuestro alrededor (porque decir “el mundo” sería muy pretenciosos), un lugar mejor.

Fue la imagen, son los gestos de nuestros seres queridos, es el cuarto color verde esperanza, son las patadas más dulces del mundo, es el chocolate….

Me volví cursi de golpe…GRACIAS PEDRITO!!!!


GGss (@eugess)