Carancho quizás no sea el film indicado para una tarde lluviosa y gris, tampoco uno de esos filmes que quedan para siempre en la retina colectiva. No. Carancho es por el contrario una historia sencilla, de esas que se viven acá nomás, de esas que nos dan bronca, pero sin embargo, a pesar de esa cercanía, de esa unión entre “realidad” y diégesis, es sobretodo una gran experiencia.
La historia es simple: la vida de Luján, una joven médica que trabaja en cuanto lugar puede se cruza con la de Sosa, un abogado a punto de recuperar su matrícula, que se dedica a “caranchear”. El hecho que los cruza será un accidente de tránsito al que ella concurre como miembro de un servicio de emergencias y él buscando algún posible cliente. Ambos de alguna manera huyen de ellos mismos, aunque el hilo conductor de sus vidas será el pasado de Sosa.
Ya desde el minuto 0 del film, uno se da cuenta del carácter casi documental con que el director encara la historia; bueno, a Trapero le gusta el “cine social”, contar con la cámara problemas que ocurren en nuestra sociedad pero que habitualmente se ignoran, y sale airoso...
El mayor acierto, donde demuestra que sabe lo que hace, es tener la capacidad de colocar al espectador en el mismo lugar que los protagonistas, en transmitir las mismas sensaciones, involucrándonos hasta el escalofrío. El uso de las subjetivas, el recurso de la cámara en mano, la historia misma y los lugares en la que transcurre, transforman a Trapero y su cine en un reflejo del realismo. Aunque también encontré toques noir en lo narrativo, el carácter de anti-héroes supremos de Sosa y Luján (Darín y Martina "mujer de Trapero" Gusman no necesitan defensa porque lo hacen solos).
La música por momentos aturde tanto como las crudas imágenes, las calles, los hospitales tan argentinos (y no sé si acá entra en juego la influencia de ver tantas series y contrastar, pero ¡qué estado calamitoso!). El desorden, la suciedad, la oscuridad de las habitaciones, la sangre hablan, dicen, expresan una tristeza que acompaña a los personajes. El transcurso de la historia siempre antes del amanecer, transmite la sensación de cansancio, angustia, desolación, desesperanza.
Por eso recalco una vez más que este film es una gran experiencia, Trapero logra con todos los recursos antes mencionados, ubicarnos dentro de la pantalla y hacernos pensar una vez más ¡cuánto ignoramos! (muchas veces porque queremos).
Muy al contrario de lo que pregonaba Billy Wilder: "Si el Cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el Cine ha alcanzado su objetivo", Trapero una vez más, consigue que no olvidemos. Pero bueno, como decía Billy, “el público saca sus propias conclusiones”…
GGss