viernes, 28 de mayo de 2010

Carancho...ante todo una gran experiencia

Carancho quizás no sea el film indicado para una tarde lluviosa y gris, tampoco uno de esos filmes que quedan para siempre en la retina colectiva. No. Carancho es por el contrario una historia sencilla, de esas que se viven acá nomás, de esas que nos dan bronca, pero sin embargo, a pesar de esa cercanía, de esa unión entre “realidad” y diégesis, es sobretodo una gran experiencia.

La historia es simple: la vida de Luján, una joven médica que trabaja en cuanto lugar puede se cruza con la de Sosa, un abogado a punto de recuperar su matrícula, que se dedica a “caranchear”. El hecho que los cruza será un accidente de tránsito al que ella concurre como miembro de un servicio de emergencias y él buscando algún posible cliente. Ambos de alguna manera huyen de ellos mismos, aunque el hilo conductor de sus vidas será el pasado de Sosa.

Ya desde el minuto 0 del film, uno se da cuenta del carácter casi documental con que el director encara la historia; bueno, a Trapero le gusta el “cine social”, contar con la cámara problemas que ocurren en nuestra sociedad pero que habitualmente se ignoran, y sale airoso...

El mayor acierto, donde demuestra que sabe lo que hace, es tener la capacidad de colocar al espectador en el mismo lugar que los protagonistas, en transmitir las mismas sensaciones, involucrándonos hasta el escalofrío. El uso de las subjetivas, el recurso de la cámara en mano, la historia misma y los lugares en la que transcurre, transforman a Trapero y su cine en un reflejo del realismo. Aunque también encontré toques noir en lo narrativo, el carácter de anti-héroes supremos de Sosa y Luján (Darín y Martina "mujer de Trapero" Gusman no necesitan defensa porque lo hacen solos).

La música por momentos aturde tanto como las crudas imágenes, las calles, los hospitales tan argentinos (y no sé si acá entra en juego la influencia de ver tantas series y contrastar, pero ¡qué estado calamitoso!). El desorden, la suciedad, la oscuridad de las habitaciones, la sangre hablan, dicen, expresan una tristeza que acompaña a los personajes. El transcurso de la historia siempre antes del amanecer, transmite la sensación de cansancio, angustia, desolación, desesperanza.

Por eso recalco una vez más que este film es una gran experiencia, Trapero logra con todos los recursos antes mencionados, ubicarnos dentro de la pantalla y hacernos pensar una vez más ¡cuánto ignoramos! (muchas veces porque queremos).

Muy al contrario de lo que pregonaba Billy Wilder: "Si el Cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el Cine ha alcanzado su objetivo", Trapero una vez más, consigue que no olvidemos. Pero bueno, como decía Billy, “el público saca sus propias conclusiones”


GGss

domingo, 23 de mayo de 2010

Viudos del pasado en versión cinéfilos...sólo una humilde opinión

De casualidad, al pasar las páginas de la sección Señales, esperando los canelones del domingo en mi antiguo hogar, me encontré con una nota titulada: Siempre nos quedará París.

Más allá del juicio estético y de la preferencia de cada cinéfilo a la hora de elegir, y estando de acuerdo con el periodista en que “Me encanta el cine y soy un excelente espectador: hasta que dice "The End" no me levanto de la butaca, no importa si se trata de un delirio psicodélico, ciencia ficción clase B o un bodrio clásico. Me encanta el cine de director, pero no le tengo miedo a un "blockbuster" de Hollywood con persecuciones imposibles y finales edulcorados”, no estoy de acuerdo en eso de que “la teoría de que la tecnología produjo más daño que provecho a la pantalla grande”.

El artículo me recuerda a una etapa apocalíptica por la que la mayoría de nosotros hemos transitado alguna vez. Destaco que disfrute “como un niño cuando en Hollywood aparece un bribón como Michael Gondry o los Coen más políticamente incorrectos. Porque es gente que pone las ideas por delante de los efectos especiales, con la tecnología al servicio de una historia, donde el fin no depende de los medios”, pero lo que me lleva a escribir esta nota es preguntarme qué considera el periodista por “la tecnología”, una pregunta que incluso dispara muchas reflexiones que harían de esta nota algo muy extenso.

No comprendo con qué vara se puede medir si un film es más tecnológico que otro, porque de todas formas, por todos los costados, el cine siempre fue, es y será “tecnológico”. Destacar los "diálogos inolvidables del blanco y negro" nos hace olvidar que éstos también fueron producto de asociaciones tecnológicas; rescatar el cine de autor nos vuelve espectadores nostálgicos (como aquel Alfred triste por la aparición del cine sonoro). No estoy en desacuerdo con serlo, de hecho creo que ya no habrá más Hitchcock’s ni Fellini's, Wilder’s, Welles' o tantos otros, pero quién sabe cuántas nuevas hibridaciones nos alegrarán una tarde de domingo.

La tecnología solo lo es cuando se ha nacido antes que ella” dice Alan Key, en un intento de mostrar que estamos demasiado habituados a criticar todo lo que sucede después de nosotros. La nostalgia puede llegar a ser un camino sin retorno.

Latour, por otro lado dice que “El pasado no está superado sino retomado, repetido, rodeado, protegido, recombinado, reinterpretado y rehecho (…) toda cohorte de elementos contemporáneos puede ensamblar elementos de todos los tiempos”, y que tendemos con mucha facilidad a separar el Tiempo. Esta concepción moderna de tiempo, no nos deja aceptar que el cine mismo es producto de hibridaciones constantes, trans-formaciones, que nos involucran como autores y como espectadores, pero sobretodo como ACTORES. No podemos concebirlo como un mero artefacto, un instrumento manipulado por nuestras manos humanas.

El problema entonces sería el de omitir diálogos, interacciones entre los actores (humanos, obvio, no?) en pos de animaciones y efectos en 3D…¿demasiados para la dieta de cualquier espectador contemporáneo acomplejado con lo new? ¿Pero fue el cine siempre homogéneo, monótono, uniforme? ¿Cuántas muertes ha sufrido el cine?, se pregunta Gustavo Aprea. Según el autor, tuvo 4 vidas (fue primitivo, clásico, modernismo y contemporáneo….and counting). Según dice, lo que muere no es el cine sino una forma de hacerlo y de verlo, una práctica social, los significados que intenta representar. ("Las muertes del cine" en El fin de los medios masivos : Scolari/Carlón)

Los cambios tecnológicos generados a partir de la digitalización de las imágenes y la conformación de redes junto con las nuevas prácticas que se generan conforman un sistema de medios sumamente complejo en el cual sin duda se encuentra inmersa la cinematografía”.

Más que la nostalgia de creer que, como a Rick e Ilsa siempre nos quedará Paris, puede llegar a ser interesante pensar que, cuando se trata de tecnología y cine, aunque sean parte de un mismo colectivo, “este es el comienzo de una hermosa amistad”…

Habrá que empezar a tener en cuenta que quizás, como dice Latour, lo humano está en el intercambio mismo...

GGss


Para más info sobre Bruno Latour y sus concepciones de Tiempo, Actor, Híbrido y Colectivo:

- LATOUR, Bruno. La esperanza de Pandora, Buenos Aires, Gedisa, 2001

- LATOUR, Bruno. Nunca fuimos modernos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007

- LATOUR, Bruno. Reensamblar lo social, Buenos Aires, Manantial, 2008

...y alguna próxima nota!!!