jueves, 13 de octubre de 2011

Sushi Test


“Soy virgen”

Así comenzaba la noche del lunes feriado, sentadas en Itamae, un lugar con el que es imposible no deslumbrarse….en una esquina oscura, en una zona plagada de galpones y depósitos pero con ese aire pichinchero que vuelve el espacio entre tétrico y mágico, entre bizarro y nostálgico, entre colorido y con olor a naftalina. Ahí, justamente ahí, y a un grandísimo escalón de distancia, se encuentra ese lugar que invita a traspasar la barrera cultural o quizás, a volvernos más globalizados (aún).

Llegamos con Vane, las primeras comensales junto a una pareja que por el análisis que haríamos una hora más tarde con el resto de la comitiva, transitaba su primera cita. Nos acomodamos en una mesa para seis y una vez con la cola en la silla, nos dispusimos a scannear el lugar. Todo prolijamente dispuesto, luz tenue, tonos carmines y marrones, velas a punto de encenderse, música (no puedo recordar el ritmo, así que acá va sólo “música”) y algunos individuos parados en el fondo, de acá y allá del mostrador (gente fan del delivery de lo que sea!).

Antes de seguir, vale la pena aclarar que la reunión tenía el objetivo de probar ese…..¿cómo lo llamo? ¿plato? ¿comida? ¿porción? ¿especialidad? ¿dish? Me gusta dish, engloba lo que quiero decir (por eso amo el english!!!)…retomo, la reunión tenía el objetivo de probar el dish popularizado hace un tiempo en nuestras tierras bajo el nombre de Sushi.

Uno ya viene familiarizado con el término aunque personalmente, este dish nunca llamó mucho mi atención, tal vez porque suelo enfrentarme a las modas culinarias…en realidad, ¿que más se le puede pedir a la hija de un tano que amar la sopa (minestra), la pasta, el risotto y todo lo relacionado al aceite de oliva y el queso en sus múltiples combinaciones? Si, el pescado también forma parte de la cuccina mediterránea, pero el sushi es otra cosa….en fin.

“Somos Zaira y Paula” le dije a Vane. "¿Cuál es Zaira y cuál es Paula?”, preguntó ella…¿hace alguna diferencia? Mientras discutíamos este tema tan profundo (tan profundo como nuestro conocimiento de la carta de vinos) y mirábamos el menú (dilucidando qué tipo de piel traía el sushi “cheese and skin”, asumiendo por un momento que tenían a Hannibal Lecter encerrado en una piecita de atrás), llegaron las chicas: Tania, Ceci y Paula. Tania, formal habitué de este dish, nos dio una pequeña pero instructiva clase de cultura sushiera, training que completó el mozo (que le hacía honor a la nómina de su profesión....bah, tampoco para tanto) Juan Ignacio (igualmente, no estaba ni estoy en condiciones de coquetear con ningún ser humano de la tierra, la panza me delata a 10 kilómetros de distancia)!
 
Una par de palitos  de innegable brillo, pintados de un negro azabache tan cautivante como lleno de barniz, lejanos, lejanos de nuestra habilidad gringa, genéticamente configurada para comer con la mano o de última, tenedor, se encontraban prolijamente dispuestos a nuestra derecha, junto con dos pequeños platitos, o bandejitas, o recipientillos no sé bien qué nombre ponerles pero eran versión  XXS (o 000 en lenguaje ropita de bebé)… Pero como en este mundo siempre hay un plan B, el mozo gentilmente nos acercó los que pasaríamos a llamar “palitos for dummies”, un par de palitos menos fashion, de textura áspera y color madera balsa, unidos en un extremo por una gomita que vendría a oficiar de salvadora.

Mientras la charla tomaba su curso, el mozo iba y venía trayendo el tentempie (zanahoria en bastón y grisines para acompañar con queso gruyere con ciboulette) y una de las comensales conocía el lujosísimo baño, llegó el sushi. La gran bandeja, variada en colores que imitaban alguna selva de Brasil con tucanes entre su fauna avícola, parecía una versión oriental de las picadas del bar Vip.

El momento cúlmine había llegado, el climax de la noche comenzaba a envolver los cuerpos temerosos. Había comenzado el sushi test!!!


Roll de esto, roll de aquello…salmón, canicama, atún, camarón, vegetales, wasabi (más picante que el clásico "putaparió"), envueltos en algas, semillas bicolores, incluso “rebosados”, con queso. Sin embargo, mi organismo comenzaba a mostrar señales de rechazo ante tanta belleza, el gusto no disfrutaba en la misma proporción que la vista. Esto fue disparando varios pensamientos, el primero fue una afirmación: “los orientales son delgados por una simple razón: este tipo de comida cierra el estómago”…miles de neuronas se iban conectando, teniendo que equilibrar mi mente que se balanceaba entre agarrar correctamente el alimento a base de arroz gomoso y sabor concentrado con los palitos para tontos, intentar no desarmarlo al mojarlo en salsa de soja (no tuve éxito en este punto) y mandar todo a la boca. Porque, claro está, una vez deglutido no hay tiempo para arrepentimientos, su misma ontología no permite quiebre ni corte, no puede desarmarse la pieza, uno debe mandarla toda al buche, ignorando la obvia frase emitida por una comensal: "ese pedazo es muy grande"...bue!

Me estaba costando, pensaba en mis genes, eran definitivamente de otra parte, preparados para alimentos sabrosos y vulnerables al quiebre y la manipulación, con olor a hierbas varias, con tibieza, con SABOR!!!


Vane lo estaba llevando mejor…yo estaba sufriendo, y el pobre de Pedro en mi vientre pateaba como loco, como diciéndome “mamá, no me castigues más con esto”

Las risas adobaban el ambiente y la gente iba llegando al baile vestida con brillos y jopos dignos de alguna revista de esas que reposan en las peluquerías y salones de depilación. Pensaba en los tórtolos en la mesa de al lado, se mostraban extremadamente felices y charlaron toda la velada, señal de que era la primera cita, teoría que fue apoyada por el resto de la mesa. Pensaba en qué horrible debe ser que te lleven para una primera cita a comer sushi…un horror (¿aunque qué lugar sería recomendable? Las pastas hinchan y dan gases, las hamburguesas con papas fritas crean un chiquero no-sexy alrededor y la pizza suele dejar restos de orégano y otras yerbas entre los dientes…ni hablar si es napolitana y tiene ajo!!!...en fin).

La bandeja estaba casi vacía, tanto como el concepto que definitivamente había creado alrededor de este dish...que me hizo adorar tanto los grisines que aún quedaban en la bandeja que me los devoré celosamente (nadie toque esos grisines, son míos!!!).

La velada llegaba a su fin, entre odio hacia los palitos, bocas pastosas y con ganas de algo dulce y muy rico y gordo y occidental, y virginidades perdidas. El precio de la noche no fue proporcional a la cantidad de alimento ingerido (siempre conviene más un buen bife) pero se quedó corto en relación al momento disfrutado, después de todo, la excusa, lo que hace que todo valga la pena. El encuentro, al fin y al cabo, es siempre el real objetivo.
La próxima será paella o comida griega, lo estamos decidiendo… Por mi parte, sé que no nací para el sushi, ni para la mayoría de las nuevas modas….sí seguramente para la lasagna como la que hacía mi abuela, la sopa que estoy aprendiendo hacer, el risotto con hongos que hace mi viejo, el asado que había hecho mi esposo horas antes y la tarta de ricotta y dulce de leche que devoré en lo de Vane minutos después....

Después de todo, la vida es cuestión de gustos y elecciones…y de momentos que se vuelven únicos por un delicioso y gran ingrediente: la amistad.  



GGss (@eugess)

3 comentarios:

Gise dijo...

Me encanto tu nota!!! Hasta me rei al pensar mi cara frente a ese plato jajaja! Definitivamente, confirmas mi sospecha, el único ingrediente por el que iría sería la excusa del encuentro y ver sus caras al comer, yo por mi parte con un familiar de mila o un triple de jamón y queso, me entretengo con mi occidentalidad!

Y si, que garrón una primer cita mediada por algo a lo que tenes q aprender a manejar (y no es el sujeto situado delante)... sigo prefiriendo la pizza o algún plato con queso de por medio y servilletas al lado.

PD: no tortures más a Pedro con esos inventos por favor!!! jajaja

vanemaz dijo...

siempre seremos sapos de otros pozo, y nos gusta serlo, pero ademas nos atrevemos a probar... porque nuestra curiosidad siempre es mas fuerte!

fue una noche extraña (para una parte de nosotras, llevaba mas de un año de retraso), fue una noche en que parte de nosotras no sabiamos a lo que nos ibamos a enfrentar.

fue extraña tb la sensación de la comida, de llevar todo a la boca, de comer con palitos, de degustar otros sabores...

me gustó? si, me gustó. lo repetiria pronto? seguro que no (jajajajaja)

no se puede comparar, ni cambiar por nada... es eso, es sushi, y era la noche de probarlo (de sacarme las ganas) y lo mejor de todo, pasar una velada diferente con un grupo de amigas con las cuales siempre terminamos debarrancando :)

que se repita pronto nuestra salida gastronómica (algo muy tano!)

bon apetit!

pd: a lo mejor a Pedro le gustó....naaaaaaaaaaaaaa!

Vero dijo...

Me copo esto del sushi test!!
Hoy a la noche ya dijimos con mis amigas que cenamos juntas sushi, así que les voy a contar sobre tu publicacion :) gracias por compartirla
saludos!