martes, 1 de febrero de 2011

Viajes por el Scriptorium

Un hombre despierta y de repente se da cuenta que está solo. Sentado en una habitación, rodeado de objetos que tienen pegada una etiqueta con su respectivo nombre. El hombre no recuerda. No sabe quién es o fue ni qué hace en ese lugar. No sabe si está en una casa, edificio, hospital, cárcel, más allá….

En la habitación hay una ventana pero no se puede ver el exterior. El hombre está consumado a su propio aquí y ahora. La única certeza que tiene es que se siente muy culpable. La culpa es quizás su infierno. Un grupo de personas irán apareciendo, una a una, y él irá anotando sus nombres en un cuaderno, porque cada tanto lo olvida todo.

También será visitado por otro grupo que desfilará sin cesar por su mente, uno a uno y todos a la vez, como objetos en cadena de montaje, incansables. Él sabe que conoce a estos personajes, que guarda con ellos una íntima relación, que son producto de algún hacer. Ellos lo acechan, de tal manera que el hombre teme cerrar sus ojos.

Él es Mister Blank, y sólo sabemos que viste un pijama a rayas azul y amarillo y es viejo, del tipo de persona vieja entre los sesenta y los ochenta años. Le cuesta moverse pero no así pensar, darle rienda suelta a las historias que se tejen en su mente. Mientras se hace todas las preguntas posibles, como por ejemplo si la puerta se cierra desde fuera de la habitación o no, o si realmente hay un armario, empieza a leer un manuscrito que está en el escritorio frente a la cama, al lado de una pila de fotos viejas. El manuscrito es el informe del misterioso Graf y su casi trágica vivencia en alguna época de la historia de un Estados Unidos distinto.

No he leído aún muchos libros de Paul Auster, pero lo que he leído me alcanza para recomendarlo y empezar a conocer un poco su mundo. Cuando dije que había que empezar por, por ejemplo, La noche de lo oráculo como me habían recomendado, no me equivocaba. Es un libro elemental que hay que leer antes que este. Hay muchos guiños y aparece nuevamente, aunque no elemental en la diégesis, el escritor John Trause.

Pero Trause no es más que un mínimo elemento en la serie de obsesiones que pueblan los textos de Auster: el sentimiento culpa, la desolación, la transformación en la que nos envuelve la cotidianeidad, la figura del padre protector encarnada en un amigo del protagonista, la mujer como ser supremo, las erecciones y los sentimientos que en ese instante acarrea, las calles de Brooklyn, el paso de las estaciones, la duda, y por sobre todas las cosas, el acto de escribir.

Escribir es acaso el remedio en el que se sumergen los personajes, su forma de comprender y comprenderse. El relato va enredándose en muchas historias dentro de una, enalteciendo el mismísimo placer de contarlas, y en este libro en particular, son portadoras del deseo del escritor de meterse en su propia mente, logrando, como dijo el periodista Javier Aparicio Maydeu: “una enigmática y magnífica alegoría de la creación”.

Al fin y al cabo, el hilo conductor de las historias austerianas son las palabras, el poder que tienen, la manera de afectar. En La noche del oráculo se pregunta si son tan poderosas como para predecir lo que pasará, en Viajes por el Scriptorioum, si pueden ser capaces de producir tanto miedo.

Mister Blank (blank es el espacio en blanco que debe ser llenado, “fill in the blank”), son todos quienes transitan el camino de la escritura, acompañados por todos esos personajes que el viejo fue anotando en el cuaderno.

¿Acaso la vida no es más que una historia que puede ser narrada mil veces y de mil maneras?


GGss (@eugess)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si los reviews son todos atrapantes y te invitan a leer, como suelen hacer las colas de las películas que te sugieren que hasta los bodrios estarán bárbaros, pero quizás intentaría leerlo. Aclaro que el condicional es usado marcando una realidad que no permite leer, ver o hacer la totalidad de lo que uno quisiera ni con un día de 26 hs.
De todo puedo tener una visión parcial respecto a: "las erecciones y los sentimientos que en ese instante acarrea"
Alesandro

María Eugenia Del Zotto dijo...

Quizás me equivoco en escribir demasiadas reviews de cosas que me gustan....
Este libro quizás puede llegar a parecerle un bodrio a algunos lectores, pero me animo a decir que está bien escrito y te sumerge!
Auster es sobre todas las cosas un enamorado del acto de escribir...
Eso, para mí ya lo paga!

Albert dijo...

A título de curiosidad te aclaro que Javier Aparicio Maydeu no es periodista, sino profesor de literatura, crítico de literatura en EL PAÍS y ha trabajado en la agencia de Carmen Bacells. Autor de diversos libros es un experto en el barroco español y en Joyce